Y entonces la Anciana me dijo:
«Es fácil errar en las medias palabras,
en las verdades a medias,
en el sí pero no de la diplomacia…
Es difícil hallar la certeza perfecta y redonda.
Y, aun acertando, ¡cuidado con la perfección que no deja entrar a nadie más!
Una vida es un mundo.
¿Qué haces tú para cambiar el tuyo?
Es fácil opinar de este mundo que está perdiendo la cabeza con sus juegos y sus guerras, o despreciar a quienes se alimentan de las sobras que reparte la solidaridad.
Pero en otros niveles, y al mismo tiempo, todos somos jugadores, tiranos y mendigos.
Así como cada cual sabe, cada cual remienda los harapos que cubren su dignidad rendida.
Así como cada cual puede, cada cual purifica la miseria adherida a su noble existencia.
Porque, eso sí, en todos los niveles y para cada cual: TRANSPARENTE ES SIEMPRE EL TEJIDO DE LA VERDAD…»