El otro día reflexionaba sobre la diferencia entre vivirse la búsqueda o vivirse el encuentro. Caminar sin un mapa o seguir las huellas de los maestros… La vida es la Gran Maestra. Al final todos acabamos confrontándonos con nosotros mismos en esos tramos que marcan la trascendencia. Soledad, miedo, muerte, desamor, incertidumbre, vulnerabilidad…. Un buscador disciplinado, un discípulo, se pone por voluntad propia en esos tramos y aprende y trasciende y sigue adelante. La gran masa estamos entretenidos en crear un mundo de protecciones para evitarlos, pero en algún momento la vida nos pone delante del aprieto sin dejarnos opción a esquivarlo. Aun así podemos elegir entre rendirnos a nuestra verdad –y en esa rendición renace un nuevo canto a la vida– o rebelarnos –ensanchando la frontera entre vida y muerte, fortaleciendo el egoísmo, perpetuando el desamor en nuestras relaciones, haciendo a la duda inteligente…–.
¿Está más cerca de la iluminación el canto a la vida o el canto a lo que ya murió? ¿El canto a la expansión mental o el canto al vacío de la meditación? Para mí el canto mismo es la luz. La vida se nubla y llueve y truena para que una nueva expresión resplandezca con los colores del arco iris…
En Ananda Zentre – Miami Playa – Tarragona
¡¡¡Gracias, amig@s, por motivarme a escribir una página más en el aire!!!