Caminando por la cuenca de un río seco, vino un sombrero de nubes a contarme el diálogo entre el agua gaseosa y la cañada:
– Busco una vertiente donde morir como nube y nacer como río –dice la una –. Un cauce que me contenga sin empantanarme, que le dé sentido y dirección al flujo jubiloso de ser lo que soy: Sentimiento.
– He muerto como río desde que no fluyen tus aguas por esta quebrada – responde el otro–. Pero, como ves, voy aprendiendo a ser Camino. Aprendiendo a sentirte en los pasos que me transitan…