Me ha dicho un sueño en esta madrugada, que los sueños hay que protegerlos hasta que tienen suficiente fuerza para tomar vida y vivir, para formar cuerpo en la realidad.
Los sueños toman perfil, consistencia y carácter en la oscuridad, así como la semilla en las entrañas de la tierra, o así como el bebé que se fue gestando en el vientre materno, y al que el aire solamente toca y llena y alienta a través del grito que indica: “estoy listo para vivir”.
Cuando no ha nacido el grito, cuando sólo son rumores que difundo al vaivén de los vientos, los sueños se disipan en el aire, aunque despierten ecos que responden si son creíbles o son quimeras.
Ni unos ecos ni otros dan poder a mis sueños, es menos, me confundo con tantos supuestos y suposiciones, en lugar de proteger ese peculiar sueño que trae la fortaleza necesaria para hacerme más real…