(…) Hay recodos donde las aguas se quedan como dormidas, sin movimiento. Se detienen un rato a soñar en la inocencia de dos almas sin heridas que cantan a la orilla del río. Todo el cauce se estremece de emoción y saltan chispeantes las gotas cuando esos dos niños juegan a encantarse. La magia de las relaciones conecta el latido de esos dos corazones trovadores con las aguas que fluyen en el recorrido de sus días. Llueven las lágrimas, piensan las nubes, silencio en las gotas de rocío, y ríen los chapuzones en el giro incansable de las estaciones. En la memoria de las aguas, indiferentes a los avatares de esos pies que caminan por las horas del tiempo, se gesta el reencuentro de dos ríos que han de fundirse en una sola corriente… Extracto del libro Los Ojos de la Noche