Caminando por el centro de Barcelona, me hablaba una amiga de esos momentos que no podemos atrapar y en los cuales nos sentimos como si estuviéramos dentro de una pompa de jabón. Al llegar a la plaza de Catalunya volaban por el aire inmensas pompas de jabón, junto a incontables palomas cuyas plumas llevé al encuentro previsto en el Cau de les Arts. Y allí, entre risas, poemas y demás intercambios, nos sentimos felices como si estuviéramos dentro de una burbuja.
Me gustan los lugares y encuentros que permiten a las personas ser felices, dejándolas ser lo que son, aunque sean diferentes a nosotros. Me siento constreñida en los espacios que cohíben la felicidad porque nadie se deja ser lo que es. Hay encuentros propicios para que la magia y la realidad se convivan. Pero estamos más acostumbrados a esos lugares comunes que definen nuestra realidad y rechazamos lo que no se asemeja a esa percepción de lo real. Acaso el lado sufriente de nuestro paradigma se enraíce en que nos resulta hiriente la forma en que otros exponen sin disfraces su libertad de ser…