En la distancia siempre hay proyección propia, y siempre hay distancia entre dos seres que no se manifiestan desde la unicidad, desde esos espacios comunes que recogen e impulsan lo auténtico y genuino que llevamos dentro.
En la distancia creemos que el otro es así, o de la otra manera, sin darnos cuenta de que estamos cuestionando percepciones mentales, cuadros en el museo de los recuerdos propios, que el otro ha detonado. Y siempre hay distancia si falta la comunicación íntima, las ganas de actualizarnos, de renovarnos en ese estiramiento de ti hacia mí, de mí hacia ti.
En la distancia siempre estamos solos, con nuestros propios fantasmas que nos acompañan. Y siempre hay distancia, aunque estés aquí al lado, si necesitas interpretarme, analizarme, ubicarme en tu marco de percepciones. Siempre estamos lejos si en el impacto de la cercanía no se nos han caído todas las psicologías y nos abrazamos con la mirada, con la sonrisa, con la alegría de cada re-encuentro que nos re-nueva.