En estos días en que el mundo parece tambalearse en el abismo de la crisis, nada se agradece tanto como reírse de la propia sombra si es que todavía no nos la han embargado. Cada amanecer, los números penden sobre nuestro cuello como afiladas cuchillas. Los puntos y porcentajes, los índices y los tipos de cambio se han convertido en criaturas malignas, en imitadores de aquel legendario “hombre del saco”.
Mientras tanto, la Tierra sigue girando en su órbita, ajena a las preocupaciones y temores de sus criaturas. El universo sobrevive a las servidumbres del capital, y halla otras razones para perpetuarse más allá del resplandor del oro. Aún cuando el caos parezca adueñarse de nuestros días el trabajo de respirar continúa. El camino es perseverar y negar interiormente la derrota, recordando siempre que el río de la vida nunca cesa de fluir. Y es que ¡podemos aprender tanto del agua en este tiempo de turbulencias! Lo importante, y acaso la tarea más difícil, es siempre mantenerse en el eje del ser y no dejarse tambalear por las múltiples manifestaciones de la superficie siempre cambiante y siempre ilusoria del tener. Las aguas bajarán claras unos días, turbias otros, pero el impulso de nuestra naturaleza es navegar la corriente que conduce hacia ese mar sereno donde todo afán se culmina y todo dolor se desvanece…
Girasoles al amanecer en Marmolejo – Jaén
¡¡¡Gracias, Marmolejo, por el espacio, la hospitalidad y el cuidado en los detalles, que propiciaron nuevos planteamientos!!!