Se podría decir que casi siempre es el dolor el que nos despierta. El grito desgarrador siempre abre una grieta en nuestros límites, una apertura mostrándonos que en nuestra casa no había ventanas; entonces descubrimos cómo se nos ha pasado la vida mirando el mismo paisaje de formas y apariencias que se despliegan sistemáticamente ante los tabiques de nuestra percepción. Entonces, como decía el poeta, abrimos un gran boquete en la pared y nos escapamos a buscar la luz, desnudos, locos y mudos, sin discurso ni canción…
… Abrir los ojos a la vida. Esa apertura que os propongo en este discurso y que se desarrolla con más detalles en mi segunda obra, Girasoles al amanecer, se parece mucho a esa inocencia con la que el niño mira el mundo a cada momento; como el que ve por primera vez . . .
GIRASOLES AL AMANECER en ALMEDINILLA – Córdoba
¡¡¡Gracias, Almedinilla, por abrir vuestros corazones y permitir que asomara el mío!!!