Busco en este tramo del camino un punto de cohesión entre dos espacios de la realidad que parecen rehuirse entre sí: La realidad percibida por los sentidos externos y la realidad percibida por los sentidos internos.
El amor no excluye, no se sostiene en negaciones. En el círculo del amor siempre hay espacio para acoger a lo otro, al otro. Así se va ensanchando el sentimiento y así se van rompiendo los límites de las creencias que nos mantienen restringidos en el marco de lo definido.
Hace rato que me he rendido ante el Misterio. Esta rendición, en mi caso, significa que no puedo atrapar ni controlar el potencial de lo indefinido. Sólo puedo abrirme a su flujo y permitir que poco a poco sea éste el que me vaya moldeando en sus designios. Al fin y al cabo todo lo que oigo y creo saber son ropajes que me coloca el mundo y el tiempo que se viven en mí, y optar a ser vestida por el Gran Misterio es atreverse a ir desnudándose de toda creencia, comprendiendo que el mismo acto de desapego lleva consigo la investidura de un traje de inocencia. Entonces no es que haya nadie al otro lado para arroparme con un nuevo atuendo, sino que en cada instante en el que mi conciencia experimenta una transformación, y soy consciente de ello, el Presente, la Presencia, se me manifiesta como ese punto de conexión entre esos dos espacios de la realidad que siempre se están rehuyendo…
GIRASOLES AL AMANECER en la Fira per la Terra // Barcelona
¡¡¡Gracias, amig@s, por tantos cantos y cuentos y encanto que habéis traído al encuentro!!!