Un libro, al igual que una criatura con destino propio, desea nacer, aunque bien es cierto que no todos contienen la fuerza necesaria para vivir más allá del escritor que lo soñó. Sin embargo, lo que más debería determinar su existencia es que su lectura se convierta en revelación maravillada, que quien lea sus páginas ya no sea el mismo, o lo sea más de como antes lo era. De no ser así, para poco sirve su conocimiento, pues el saber ocupa lugar, tanto que puede desplazar a la inteligencia, como una biblioteca al campo que florecía antes de sus cimientos.
¡Dejemos entonces nacer y vivir a esos libros que con sólo decir una palabra encienden la ilusión! A los que expanden el aroma de rosales en sus páginas o el resplandor de girasoles despertando al amanecer. A aquéllos que con sólo abrirlos nos sonríen, invitándonos a viajar por otros universos donde aún se mantiene viva la magia. Pues hay historias que nos dan la mano y rompen nuestra soledad, soplando una sinfonía que cala en lo más profundo del alma. Y el lector se vuelve loco de alegría, desterrando una muerte silenciosa, cuando el sueño narrado por otra voz le despierta a un mundo que, aun ajeno, siente como suyo…
¡Permitamos que vivan libros así, tan necesarios para el ser humano!
23 de Abril en EIC Barcelona
Escuela Internacional de Comunicación Integral
¡¡¡Gracias, amig@s y Sant Jordi, por esa página con fragancia de rosas!!!