Las bibliotecas, esos lugares que atesoran la memoria escrita de la humanidad, son «puntos de encuentro» entre lectores y autores, entre el pensamiento asumido y la compresión venidera, entre una idea congelada en el tiempo y el pálpito de una resonancia en la memoria de la sangre… Borges se imaginaba el paraíso “bajo la especie de una biblioteca”, con estanterías infinitas donde todo lo escrito por el hombre tuviese su lugar, su signatura, su tejuelo. Pero estéril sería ese paraíso si no se diera el encuentro entre el libro y el lector. Y es que son las lecturas comentadas y las silenciosas y las criticadas, las que colorean de infinitos matices todo aquello que vale la pena de ser vivido: la libertad, el amor, el descubrimiento, la amistad, el coraje, la lealtad…
Hemos inventado los libros para ser libres o, al menos, para convencernos de que ser libres es una posibilidad y que no estamos condenados, irremisiblemente condenados, a consumirnos poco a poco en la cárcel de nuestra realidad más abyecta. Buscamos libros para conocer otras vidas que nos expliquen algo de la nuestra. Lecturas capaces de suscitar en nosotros grandes rechazos o entusiastas adhesiones, pero, lo que sería aún mejor: sabias perplejidades que nos ayuden a entender el mundo o a desistir definitivamente del empeño.
Libros y bibliotecas ofrecen ese encuentro donde todo está dicho y, por lo tanto, todo queda por decir…
En Alhendín / Granada / Dentro de las actividades dedicadas al Día de la Biblioteca
¡¡¡ Mi agradecimiento al Área de Cultura de Alhendín por ofrecerle una insólita lectura a los girasoles!!!