El amor llega, porque llega, pero siempre está siendo el perfume imperceptible del gran misterio, más hondo y más allá de las variantes que lo velan.
Llega el amor como desvelo y también como verdad que se desvela en quienes aman a corazón descubierto.
El amor llega, porque llega, porque sí, o porque siempre hay un punto en algún lugar, visible o recóndito del universo, que las almas toman como destino para volver a encontrarse.
Llega el amor, y es el amor la puerta, y es la llave maestra que abre sin forzar, sin darse cuenta, cual sutil movimiento de esencias que airean las estancias dormidas, sin pereza ni esfuerzo.
Mágica inocencia que se cultiva en el corazón y cautiva la mente de quienes aman como si a cada instante el amor les llegara, porque sí.