La memoria de un olvido

Permitidme un discurso a corazón abierto, espontáneo, inspirado… libre de razonamientos basados en la interpretación de una interpretación que a su vez surgió de otra interpretación; inmune a la tensión del tedioso freno que controla este vehículo que son las palabras. Os propongo un viaje a través de aquéllas que llevan el sello de la vivencia. ¡Ojala nos conduzcan al buen término! Acompasémonos con el ritmo justo, el que nos permita disfrutar de los paisajes que irán asomando en este libro. Una experiencia que empezó con el intenso amarillo de los girasoles y a la que el Arco Iris le sigue regalando multitud de colores. Un proceso de autodescubrimiento sostenido durante un tiempo en los hombros de todas las nociones que le preceden y que hoy, ahora, quiere alzar su vuelo como una nube liviana, derramándose en forma de lluvia fresca sobre unos hombros cansados. Refrescar la memoria de un olvido. El Gran Olvido. Y alcanzar las reminiscencias de un pálpito, ése en el que vuestro corazón y el mío y el de todo ser vivo latían como uno solo, acompasados en el Corazón del Universo.

En la Biblioteca Regional de Castilla la Mancha – Toledo

¡¡¡Mi agradecimiento a la Biblioteca de Castilla la Mancha, por la posibilidad y el espacio que permitieron un nuevo giro en la trayectoria de los girasoles!!!

La mirada inocente

biblioteca-manolita-espinosaSe podría decir que sólo una mirada libre de juicios Ve. La mirada juiciosa va acumulando información, curriculums, propiedades, rutinas, recuerdos, desencantos… y reacciona ante la vida en base a ese cúmulo de pertenencias materiales y psíquicas con las que se ha identificado a lo largo de su trayectoria… Para la mirada de la inocencia el mundo que se abre ante sus ojos es un milagro, quizá porque no intenta capturarlo desde el discurso racional sino desde la vivencia instantánea que permite a cada manifestación ser lo que en esencia es. Ante esa transparencia, las cosas carecen de función, sencillamente son.

biblioteca-manolita-espinosa-2El aburrimiento es como la versión ligera de la desidia. Detrás del aburrimiento está el horror al vacío, y la respuesta a ese miedo consiste en intentar llenarlo todo. De ahí la quintaesencia del sistema occidental: la seguridad. Sentimos horror ante el vacío porque es aquello de lo que no podemos disponer ni dominar. Ante el vacío sólo cabe confiar, saltar, crear, entender… Y esto mismo es lo que nos hace esquivarlo, cada cual a su manera, y por esto mismo sólo nos sentimos seguros ante lo ya sabido. La repetición… Pero el coraje aprender, como el de vivir, es el coraje de renunciar a lo ya sabido, a lo ya vivido. Es un salto, no un cálculo. Ésta es la única revolución posible, la cual pasa justamente por la aceptación de que uno está aquí gratuitamente, por pura gracia, y es entonces cuando le nace a uno el sentimiento más profundo del hombre: la gratitud. Gratitud ni por esto ni por lo otro: gratitud porque podrías no haber sido y te tocó ser…

  con el Club de Lectura de la Biblioteca “Manolita Espinosa” En Almagro / Ciudad Real

¡¡¡Mi agradecimiento al Club de Lectura de la Biblioteca Municipal de Almagro, por la oportunidad de escribir una nueva página!!!

El conocimiento directo

Es la mirada que se hace visión cuando Entiendes, cuando todo lo que ves en el mundo se convierte en una lectura de tu mundo. Es difícil de explicar este conocimiento directo pues escapa a las interpretaciones mentales que casi siempre distorsionan la lucidez de un mensaje claro y contundente. Es más, si lo queremos atrapar en el plano psicológico acaba difuminándose entre los muros levantados con nuestras creencias. Pero no se trata de creer en esto o en aquello, sino de Mirar, Entender y Conocer al mismo tiempo, como una luz que se enciende en el ahora, en un parpadeo consciente, y que a su vez atraviesa todos los estadios de la existencia.

                                               
GIRASOLES AL AMANECER en el Ateneo Popular de Almodóvar del Río – Córdoba 

 

La introducción fue a cargo de Hasím Cabrera, escritor y creador de arte/conciencia, un taller que se sirve de diversas disciplinas artísticas para profundizar en el autoconocimiento.

!!!Gracias, amigos-as de Almodóvar del Río, por ofrecerle a los girasoles un rincón en el patio del Ateneo y en vuestros corazones!!!

Cultura de Vida

Vemos señales claras y diáfanas, en el espacio y tiempo que nos ha tocado vivir, de un despertar de la Consciencia. Es sin duda un despertar gradual y lento, todavía circunscrito a grupos minoritarios sin influencia social alguna, pero este progresivo desperezamiento es un signo esperanzador indicándonos que tras las penumbras que nos atenazan desde hace tiempo asoman ya los primeros rayos de un nuevo amanecer, de una cultura de vida… Todo se andará.

Por lo pronto, comprobamos -y esto es sólo un comienzo- que hay grupos de personas, que estando de vuelta del materialismo, del consumismo, del estrés, de la vida artificial y artificiosa en definitiva, quieren cambiar la energía propia y de su entorno, integrando e integrándose en un ambiente natural y sano, transformando poco a poco el pensamiento compulsivo que ha caracterizado sus vidas por un pensamiento consciente que dará sus frutos en una convivencia más plena y amónica… En esa dirección caminamos…

 En las Jornadas de Bio-cultura de Alcalá la Real Jaén

!!!Gracias, Aspasana, por hacernos participes de estas vivificantes Jornadas!!!

Palabras malsonantes

«La palabra debe ser vestida como una diosa y elevarse como un pájaro» – Proverbio tibetano

Como exploradora que soy en las artes literarias, escribo a menudo en mi ordenador portátil, en ese documento Word al que Microsoft le ha incorporado tantas facilidades para que un escrito quede impoluto, perfectamente alineado y sin faltas de ortografía, y al que, además, se une el apartado de sinónimos –ayuda impagable para no caer en la redundancia–.

Considero que el Diccionario de la Real Academia ofrece un amplio abanico de posibilidades que aún no he conseguido explorar en su totalidad, motivo por el cual evito los neologismos en el texto, además de eludir las palabras sórdidas. Es más, a menudo busco entre todos los sinónimos aquellos adjetivos que otorguen más belleza a mis escritos. Desde hace tiempo pienso que la lectura lleva consigo una especie de música insonora que, independientemente del argumento, eleva el espíritu del lector en su recorrido; o lo hunde en una caída sin fondo.

Como amante de la poesía, estimo esos términos que ensalzan un escrito elevándolo por encima de su significado y, por esto mismo, cada domingo quedo angustiada cuando, en el artículo estrella del dominical, aprecio expresiones como: mala leche, gentuza, puñetera mierda, los trincan, amariconando, rollito macabeo, soplapollez, cabrón, frikis, cantamañanas… etc. Y es que, aunque algunas de estas palabras estén admitidas por la RAE -y aunque dicha institución tenga entre sus miembros al autor de dicho vocabulario-, no por ello dejan de ser malsonantes. Y es que, si bien con ellas podrían lograrse rimas asonánticas, estoy convencida de que ningún poema las admitiría en sus versos ya que bajan la vibración del lector a los lúgubres rincones del alma.

Los ojos del peregrino

Mi tiempo se acabó antes de lo previsto y no pude permitirme más días en el Camino. La realidad que dejé atrás se colocó, irremediablemente, delante de mí, sin ofrecerme opción alguna para evitarla. Pero no creas que la decepción hizo su asomo ante la idea de abandonar mi aventura casi a las puertas de superar el objetivo; llegar a pie hasta el final. ¡Qué importancia tenían unos kilómetros más o menos! Los pasos andados ya me enseñaron que proyectarse hacia delante no tiene tanto mérito, es una continua práctica de ejercicios que la propia existencia ya te hace desarrollar, constancia, resistencia, voluntad. Y, sin embargo, lo más arduo, es llegar al momento en que te encuentras ahora. En los breves instantes que lo conseguí, sentí que aquello debía ser lo que los místicos definen como cielo.

No pude resistir la tentación de subirme a un autobús que recorrió en pocas horas la misma distancia que mis pies hubiesen tardado unos días en andar, para regalarme, aunque solo fueran unos momentos, en esa ciudad que siempre estuvo ahí como destino final. ¡El gran trofeo a mi esfuerzo! No me dirigí hacia ella para recoger el premio, sentía que la experiencia ya me había condecorado por sí misma, el motivo fue más bien entregarlo como ofrenda. Y cuando crees que puedes ofrecer un trocito de ti a la vida, ésta te sorprende con todo un banquete de placeres desplegados para deleitarte.

La cara risueña de aquella que me regaló su libro. Los brazos abiertos hacia quienes me dieron un soplo de aliento. Palabras de agradecimiento al que curó mis heridas. Risas cómplices al rememorar momentos compartidos. Apretones para aquel que me animó con su estímulo. Despedidas que no llevaban el peso del adiós sino la dicha de habernos conocido. Aire festivo. Pieles curtidas por los elementos. ¡Y la luz! ¡Esa luz en los ojos del peregrino tan difícil encontrar en el ciudadano de a pie! …. // Extracto del libro Semillas de un Sueño

Celebración de la Semana del Libro en Castillo de Locubín / Primer encuentro de escritores andaluces

¡¡¡Gracias, Castillo de Locubín, por una página más en nuestra trayectoria literaria!!!

Libros con Corazón

imagen-0341Alguien dijo una vez que hay libros con tanto corazón, tan vivos, que influyen irremediablemente en el destino del lector que viaja a través de sus páginas. En las lecturas que acompañan el desarrollo personal de niños, adolescentes y adultos, el lector encuentra libros didácticos que van sembrando en el jardín de su mente la abundancia de términos, dichos y expresiones en los que florece el lenguaje; otros enigmáticos que le mantienen en suspense hasta altas horas de la madrugada; y unos pocos que saborea a ritmo lento como un delicioso placer que quiere prolongar en el tiempo. Algunos le hieren con sus desgarradoras tramas, y están aquéllos que graban un paisaje en su mirada que ningún crepúsculo venidero podrá ya oscurecer.

imagen-036Hay libros que, entre sus líneas, van desvelando el alma del lector, y es esta revelación maravillada la que hace que nuestro amigo ya no sea el mismo, o lo sea más de como antes lo era.  Hay otros que con sólo abrirlos le sonríen, invitándole a viajar por esos universos donde aún se mantiene viva la magia, y cuyos sueños colorean la realidad de sus días. Pero lo cierto es que en casi todos los libros palpita el conocimiento, y aunque lo que se relate en ellos nunca sea la realidad completa, el lector va bebiendo progresivamente, sorbo a sorbo, de las fuentes de la verdad.

GIRASOLES AL AMANECER en Huércal de Almería // en el Día del Libro

¡¡¡Gracias, amig@s, por tanto corazón que pusisteis en vuestra escucha!!!

El último refugio

Es posible que el libro sea el último refugio del hombre libre. Si el hombre gira decididamente al autómata, si le ocurre de ya no pensar más que sólo según las imágenes totalmente hechas en una pantalla, éste acabará por no leer más. Todo tipo de máquinas suplirá allí: se dejará manejar el espíritu por un sistema de visiones parlantes; el color, el ritmo, el relieve, mil medios de reemplazar el esfuerzo y la atención muerta, de colmar el vacío o la pereza de la búsqueda y de la imaginación particulares; todo estará allí, menos el espíritu.
André Suarès

GIRASOLES AL AMANECER En la Biblioteca Pública Provincial «Francisco Villaespesa»
Celebración de la Semana del Libro

Primeras lecturas

De los incontables libros que he leído en el transcurso de mi vida, apenas si recuerdo títulos, tramas, ni autores, pero sí permanece nítida en mi memoria la emoción que sentí ante el primer cuento que me hizo llorar. Fue aquél que desató un nudo en mi garganta y a través del cual la palabra escrita me transmitió, por vez primera, un sentir ajeno en una imagen que hice mía. Sucedió antes de cruzar la franja que separa la niñez de la adolescencia y aún puedo rememorar los estantes de la antigua biblioteca del pueblo, donde tomé prestado el libro, o el color amarillento de sus páginas desgastadas por el tiempo y también, quizá, por otras lágrimas que me precedieron.

Esta fábula en particular describía la historia de una loba cuyo instinto le apremiaba a salvar a sus crías del acecho de la más peligrosa de las sombras: el águila revoloteaba en el cielo buscando su almuerzo. La madre salvó distancias y pruebas desplazando a su camada, así como mejor pudo, por la espesura del bosque, sin detenerse hasta que cada uno de sus hijitos quedó en lugar seguro. Sin embargo, para mi propia desolación, no logró salvar al último de sus lobeznos.

Hoy sé que el narrador de esta fábula no pretendía hacerme sufrir gratuitamente, sino mostrarme con suavidad la desgarradora lucha de supervivencia que la fauna manifiesta en los bosques. Poco sabía yo por entonces que, con el devenir del tiempo, en los bosques de mi vida seguirían anidando la fragilidad, el amor protector, la sombra del acecho, la voluntad, el laberinto de la duda, el miedo… y todas las emociones que despertaron en mi infancia, mientras leía este cuento.

Hoy, mirando hacia atrás, sé que han sido aquellas primeras lecturas las que dejaron una impronta imborrable en mi desarrollo como persona. Y creo que fue porque realmente yo me creía el cuento. Lo vivía con todo mi ser. Amé los libros desde el comienzo y en mí sigue viviendo la esencia de esos personajes que encarnaron la ternura, la tenacidad, la fuerza, la sabiduría, las ganas de creer en lo increíble, la necesidad de comprender lo diferente… Al final todo son disfraces que el Amor adopta para amarnos. Lo fácil para el adulto es eludir la existencia con explicaciones, justificar esa alternancia de felicidad y miedo que expresa el ritmo natural de lo que uno va siendo. Lo difícil es que en el trayecto no te pierdas, que contigo siga caminando ese niño errante y sin malicia que busca su porción de suerte…

Girasoles al amanecer en Tabernas – Almería
Celebración de la Semana del Libro

¡¡¡Gracias, amig@s, por esa página escrita en el aire de este encuentro!!!

El eje del ser

En estos días en que el mundo parece tambalearse en el abismo de la crisis, nada se agradece tanto como reírse de la propia sombra si es que todavía no nos la han embargado. Cada amanecer, los números penden sobre nuestro cuello como afiladas cuchillas. Los puntos y porcentajes, los índices y los tipos de cambio se han convertido en criaturas malignas, en imitadores de aquel legendario “hombre del saco”.

Mientras tanto, la Tierra sigue girando en su órbita, ajena a las preocupaciones y temores de sus criaturas. El universo sobrevive a las servidumbres del capital, y halla otras razones para perpetuarse más allá del resplandor del oro. Aún cuando el caos parezca adueñarse de nuestros días el trabajo de respirar continúa. El camino es perseverar y negar interiormente la derrota, recordando siempre que el río de la vida nunca cesa de fluir. Y es que ¡podemos aprender tanto del agua en este tiempo de turbulencias! Lo importante, y acaso la tarea más difícil, es siempre mantenerse en el eje del ser y no dejarse tambalear por las múltiples manifestaciones de la superficie siempre cambiante y siempre ilusoria del tener. Las aguas bajarán claras unos días, turbias otros, pero el impulso de nuestra naturaleza es navegar la corriente que conduce hacia ese mar sereno donde todo afán se culmina y todo dolor se desvanece…

Girasoles al amanecer en Marmolejo – Jaén

¡¡¡Gracias, Marmolejo, por el espacio, la hospitalidad  y el cuidado en los detalles, que propiciaron nuevos planteamientos!!!

Silencio

“El silencio es el ámbito donde todo se oye…” Rilke

El silencio se busca hoy como una terapia que pueda reparar nuestro cerebro lleno de preocupaciones y prisas. Pero todos sabemos que ese espacio silencioso es sólo un breve descanso; la vida de cada día, con su desenfreno, se acaba imponiendo siempre. Y cuando la huida del ajetreo no es posible, entonces se buscan espacios de relax, grupos de meditación, de yoga, todo con el fin de poder sobrevivir. Pero el buscador, la persona que dentro de sí vivencia el crecimiento de la luz y espera gozosa la llegada de la Primavera, sabe muy bien que el silencio no está hecho para calmar la mente, no supone una experiencia de relajación, una dormidera ante el agobio de la vida. O no sólo eso. La pedagogía del silencio auténtico está concebida para aprender a escuchar. Por eso tanto para los buscadores solitarios como para las comunidades que están implicadas en el crecimiento de la consciencia, el silencio no es un valor absoluto, es sólo una condición fundamental para estar atentos…

El silencio auténtico no es pues un espacio meramente terapéutico, aunque esto tenga su valor, sino la condición para escuchar, desde lo más profundo de nosotros mismos, la Palabra. Y cuando las palabras brotan de ese silencio sereno y atento traspasan sus límites y, aunque sigan diciendo lo que siempre se ha dicho, nos dejan en el alma la paz que traen de ese silencio donde nacieron…

En La Carolina – Jaén

¡¡¡ Gracias, La Carolina, por ese silencio receptivo del que nacieron palabras colmadas de paz!!!

El Rostro de la Diosa

Asociación Cultural el Yelmo… Permitidme que, si bien el punto de partida de este discurso ha sido el grito desgarrador de aquella mujer de antaño – eluda los pormenores de la mujer actual, que ya todos conocemos en nuestros días, para dar un salto hacia la esencia misma del ser humano y de la vida, en el humilde intento de mostraros el Rostro de la Diosa, de esa diosa que habita en las profundidades de todo hombre y de toda mujer.

En la mayoría de los antiguos relatos sagrados, todo en el universo nacía siempre del encuentro y la síntesis de un principio masculino y un principio femenino. Así, la Tierra, virgen en su origen, fue fecundada por los rayos del sol, y es gracias a esta acción bienhechora que pudo dar vida a todo lo que existe, la Naturaleza y la Humanidad. Desde entonces los antiguos hicieron de la tierra, de la Diosa-Tierra, la representación simbólica del gran principio femenino de todas las cosas, y del Sol, la del principio masculino por excelencia. Este es el motivo por el que en todas las tradiciones en las que se venera a una Diosa-Tierra, siempre aparece un culto solar firmemente asociado. Tanto los egipcios, como en el caso de los incas, los griegos o los celtas, no hay Diosa-Tierra sin Dios-Sol, su complemento indispensable.

Entre las múltiples formas en las que ha sido representada la Diosa a través de la historia, trato aquí de plasmar algunas imágenes que resonaron con fuerza en mi interior y que, espero, creen las mismas resonancias entre vosotros.

Cuando la Diosa mantiene todas las potencias, si es una en sí misma, es la llamada Virgen Celeste, representada en ocasiones como andrógina para resaltar ese aspecto de auto-posesión, de completud, de totalidad. Y si aparece como lo femenino por excelencia, es la energía primordial: impulso, flujo, corriente, dinamismo vital, fuerza y sostén. Es el Alma del Cosmos y de lo masculino en general, de ahí su búsqueda desde el ámbito psicológico como complemento interno y factor de regeneración.

Es la Gran Madre Celeste en el Cosmos, y en nuestro mundo es la Tierra Madre, el suelo firme que brinda un hogar a sus criaturas, la tierra fecunda que nutre a todos los seres sin excepción, la vieja Pachamama de la región andina. Es la Naturaleza toda que tanta imaginación y belleza derrocha por doquier procurando incontables formas y recursos para sus pequeñuelos…

…. Y ya, para dar la última pincelada a los diferentes rostros que la Diosa ha mostrado a la humanidad, sólo me queda por decir que, aunque Ella sea eternamente antigua es, sin embargo, permanentemente presente; acercarnos a su esencia es entrar en su reino y es hacerla reinar en nuestro interior, Es descubrir aquello que, de un modo u otro, como seres vivos, hombres y mujeres, late en nuestra alma; aún más, es recobrar el alma porque Ella es el Alma misma. Desde esta perspectiva nosotros le pertenecemos a la vez que su faz habita en nuestras profundidades.

Celebración del Día de la Mujer en Beas de Segura – Jaén // Asociación Cultural el Yelmo // VI Certamen Literario “Carmen de Michelena”

¡¡¡Mi agradecimiento a la Asociación Cultural El Yelmo, por la oportunidad de ofrecer un Rostro Perenne en el Día de la Mujer!!!

Ciclos escolares

Hay recuerdos imborrables en mi niñez que se anteponen, así como la hierba aflora infatigable entre las grietas del cemento, a capas y capas de vivencias acumuladas en la memoria. La escarcha que cubría el olivar en los invernales fines de semana, el almendro vestido de blanco para recibir a la primavera, el olor a tierra mojada tras la tormenta veraniega, las hojas de otoño caídas en la vereda que conducía al colegio… Misterio de inocencia y sencillez, el que se percibía en una flor, en un paisaje, en el transcurrir de los ciclos escolares.
También recuerdo el olor de los libros de texto desparramados sin orden ni concierto en la mesa de estudio, y el tacto de aquéllos otros que apilaba como un tesoro en la estantería de mi habitación. En mi mente adolescente, la literatura abrió una ventana a la que, sin que nadie me lo impusiera, quise asomarme para aprender a mirar otros paisajes, a oír otros pensamientos, a imaginar otras historias. Fueron esas lecturas las que entretejieron sueños de un mundo mejor y el interrogante de cómo soñarme a mí misma para ocupar un lugar en él. Ansias por conocer y conocerme, dudas. Y también certezas que después hube de conjugar en el tejido de mi propia existencia…

Charla a los alumnos del IES Álvarez Cubero, dentro de las actividades de la Semana Cultural / Priego de córdoba

¡¡¡Mi agradecimiento a la dirección del IES Álvarez Cubero y a la atención de los alumnos que inspiraron una nueva página!!!

Acción Poética

Yo contemplo la poesía como la flor del pensamiento. Aborde cada poema el asunto que aborde, siempre porta entre sus estrofas una emoción, un color, un perfume para quien se detiene a respirarla.

Desde esta perspectiva, la Naturaleza es una gran poetisa. Hay que fijarse cuántas flores nos regala, sobre todo en primavera.

El poema escapa de la mente discursiva, no explica nada, y sin embargo lleva en sí mismo la esencia de un recorrido, para quien guste de esencias ¡claro!

La poesía es el tiempo que se detiene en un instante para verse, siempre por vez primera, en el anverso de lo que siempre vemos y, a veces, incluso estamos hartos de ver…

14 DE febrERO // En LER LIBRERÍAS DE Alcalá de Henares «Acción poética»

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¡¡¡Gracias, amig@s, por esa atención y receptividad que permitió a la inspiración escribir una nueva página!!!

El gran libro de la vida

loechesHay muchas historias que subyacen bajo la historia de un libro, muchos pasos que con su trazado delinean un camino. Las páginas de Girasoles al Amanecer son un trazado de aprendizajes vivos en las relaciones con la naturaleza, con el trabajo, con el entorno, en definitiva con uno mismo… Dice la voz narradora: Aquí nadie entrega módulos enumerados de aprendizaje al recién llegado, ni existe un tutor que te examine para aprobarte o suspenderte. El gran libro de la vida se abre cada mañana con la salida del sol, mostrando información de ti mismo a cada momento, en cada pasaje o situación. Es una cuestión propia si decides leer entre sus líneas o prefieres pasar el rato jugando con el despliegue de tu importancia personal…

Presentación de GIRASOLES AL AMANECER en Loeches – Madrid

¡¡¡Gracias, Loeches, por ese espacio abierto donde pudimos compartir vivencias y entendimientos!!!

Pensar, Decir, Hacer…

torres-de-la-alameda1Pensar en términos de Sanación es empezar a quitarse velos, despojarse de mil máscaras que nos ponemos en el eterno carnaval del año entero; es recuperar la condición de inocencia, bondad y plenitud que miles de años de adiestramiento y «educación» del pensamiento han atrofiado, debilitado o anulado… Hablar en términos de Sanación es recuperar el silencio previo al lenguaje, hasta que la palabra se nos revele nuevamente como medicina para el alma… Hacer en términos de Sanación es amar cada movimiento, cada hilo, cada trazado en el tejido de nuestros actos…

Presentación de GIRASOLES AL AMANECER en TORRES DE LA ALAMEDA Madrid

¡¡¡Gracias, torresanos, por esos planteamientos que dieron comienzo a un nuevo capítulo para desarrollar!!!

Pensamiento Creador

El pensamiento creador dista mucho de esa fábrica de ideas que se apoderan de mi imaginación; ahí no pienso sino que soy pensada por la idea en sí. ¿Acaso no son los árboles y flores y lagos y cisnes y montañas… la imaginación creativa de la  Naturaleza que ha sabido pensarse a sí misma en forma de frescor, belleza, y abundancia?

Nada, salvo el pensamiento compulsivo o reactivo, me impide pensarme como canto a la luna, como transparencia de río, como luz dorada del ocaso, o como brisa que susurra entre los árboles…

Presentación de GIRASOLES AL AMANECER en la Biblioteca Pública de Guadalajara

¡¡¡Gracias, Guadalajara, por esos interrogantes que nos condujeron a nuevos entendimientos!!!

Todo se resuelve

Existió una vez un joven que desde muy niño creció sin la dulzura de su madre. Tras la muerte de aquélla que le diera la vida, Airjul quedó al cuidado de su padre, un hombre de buen corazón pero rudo en modales; quizás fuese la rudeza de los fríos amaneceres, la furia del mar, el fustigante sol del mediodía, o el regreso a la playa, en el ocaso, con las redes vacías.
Aunque Airjul ayudaba a su padre en la dura tarea de pescar, ya desde joven se notaba en él un aire delicado y cierta aura de melancolía. Sus ojos se abrían más propensos a la ensoñación que a los palpables detalles de la realidad. Su mirada parecía ver más allá de la orilla, de las olas, del horizonte, como si indagara en el universo de los sueños y sólo en éste se sintiera en su casa. Su padre no veía con agrado esa tendencia aislante del muchacho, ese ausentismo de las cosas cotidianas, pero tampoco podía quejarse puesto que sus jóvenes manos realizaban la faena con presteza y eficacia.
Cierto día, mientras contemplaba un bello atardecer, Airjul se quedó dormido sobre una roca y soñó con hermosas doncellas que se bañaban en un río, jugando al tiempo que entonaban alegres cánticos. Entre ellas había una llamada Zoraida, bellísima, que le sonreía atrevida, salpicándole agua para reclamar su atención, y después se alejaba. El joven intentaba correr tras de ella pero, por más esfuerzos que hiciera, sus pies avanzaban tan despacio que la distancia entre ambos se ensanchaba a cada paso, hasta que finalmente la perdió de vista.
Airjul se despertó agitado y, aunque sabía que tan sólo era un sueño, quedó desde entonces enamorado de Zoraida. En ella pensaba noche y día; su corazón no encontraba sosiego ante las preguntas que le formulaba su mente: ¿Existe algún lugar del mundo donde ella se encuentre? ¿Cómo podré saber dónde? ¿Cuándo la veré?
Con estas preguntas en su pensamiento pescaba un día junto a su padre, a la orilla del río. Apenas extendieron la red, atraparon una carpa muy grande de un color pardo verdusco. ¡Y grande fue la alegría de ambos, pero escasas las fuerzas necesarias para levantarla! El hombre pensó que no les quedaba otro remedio que cortar el pez en varios pedazos para sacarlo del agua; así que ordenó a su hijo que fuese a casa a buscar un hacha. Sin embargo, por más que el muchacho buscó por todos los rincones de la casa, no encontró la herramienta. Con las manos vacías regresó al río.
– ¡Joven despistado! –rezongó el padre enojado–. ¡Ven! Sostén fuerte esta red y por nada del mundo dejes que la carpa se escape –y diciendo esto le pasó al muchacho la red y él mismo se fue a buscar la herramienta que necesitaba.
Cuando Airjul sujetaba la malla, el pez le habló:
– Buen muchacho, ¡sálvame, te lo ruego! –imploró–. Yo también tengo hijos que alimentar. Si me sueltas, mi familia y yo te quedaremos muy agradecidos y, de ahora en adelante, te ayudaremos cuando estés en dificultades.
– Yo quisiera soltarte –le dijo Airjul angustiado–, pero mi padre tiene un carácter muy agrio y me castigará duramente. Por otro lado, si no te suelto, me dará mucha lástima cuando te vea hecha trozos. Estoy en un apuro, no sé qué hacer.
– Todo aprieto se resuelve tarde o temprano, muchacho. Pero en este caso con poco tiempo contamos. Te sugiero que esperes a que venga tu padre y yo empezaré a saltar en la red. Tú simularás no poder sujetarme y me soltarás. Si tu padre te golpease enfadado, te tiras al río y yo te salvaré.
El padre volvió corriendo con el hacha en la mano, y la carpa comenzó a agitarse.
– ¡Padre! ¡Ven rápido, no la puedo sujetar! –al tiempo que gritaba, Airjul iba soltando la red hasta que el gran pez se sumergió en el agua.
El padre, que había sido pescador toda su vida, nunca había capturado una carpa tan grande; al ver con sus propios ojos cómo su hijo la dejaba ir, se enfureció y corrió hacia el joven con el hacha en alto. Airjul sintió más miedo de la ira que dominaba a su progenitor, que de éste mismo. Sin pensarlo un segundo se tiró al río donde la carpa, tan pronto vio al muchacho, se lo tragó y en su estómago lo llevó hasta el fondo del río.
Siete días, con sus noches incluidas, se quedó el joven en la panza del pez. Una experiencia que le resultó grata durante una semana, pero que ya no quería prolongar por más tiempo.
– ¡Déjame salir de aquí! –gritó una mañana–. Después de oler todo el tiempo a pescado, mi olfato echa de menos el aroma de las flores. ¡Entre ellas es más posible que encuentre a Zoraida!
– El amor tiene infinitas fragancias, muchacho –respondió la carpa–. Mantén puro tu olfato para que puedas reconocer a tu flor. Pero si mientras la buscas necesitaras ayuda, recuerda siempre que me tendrás a tu disposición.
Y dicho esto la carpa sacó la cabeza a la superficie, aspiró una bocanada de aire y en menos de lo que canta un gallo Airjul se encontró de pie en la orilla. Miró para todos lados intentando orientarse, pero el lugar le resultó tan extraño como desconocido. “Caminaré siguiendo el margen del río. Seguro que su curso me conduce a un lugar habitado –pensó–. Anduvo sin apenas descanso el día entero y, ya con la luz rojiza del ocaso, llegó a un desfiladero de piedras. Bajo el barranco se veía una fuente de agua cristalina que fluía armoniosamente, con matas y prados verdosos aflorando a su alrededor; variadísimas flores silvestres de todos los colores embellecían el paisaje, y pajarillos alegres entonaban canciones armoniosas.
Airjul contempló el hermoso panorama y pensó: ¡Qué mejor lugar que éste para descansar!”. Sin demora se recostó sobre la blandura del prado, quedándose dormido enseguida. Durmió durante toda la noche y ya estaba entrada la mañana, cuando el vacío en su estómago le obligó a incorporarse. Y recién se desperezaba pensando por qué dirección seguiría su viaje, cuando escuchó un ruido cercano. Levantó la cabeza y vio sobre una roca colindante dos pequeñas águilas reales que, con los ojos brillantes, miraban hacia abajo graznando lastimosamente. Luego miró hacia el suelo y descubrió una gran boa que salía de su cueva y reptaba hacia los aguiluchos. El muchacho se puso en pie de inmediato y, con mucha agilidad, rodeó la roca, levantó una gran piedra y se la tiró a la boa en la cabeza.
Los aguiluchos se pusieron muy contentos al verse a salvo de la serpiente que intentaba hacerles daño.
– ¡Acércate! –le saludaron– Queremos agradecerte que nos hayas salvado la vida.
Airjul se acercó al nido. Los aguiluchos le acariciaron las mejillas y la frente con sus alas. Y en estas muestras de afecto se hallaban cuando el cielo se volvió oscuro y empezó a soplar un fuerte viento que doblaba los arbustos contra el suelo. Entonces dos águilas de considerable tamaño emergieron de entre siete capas de nubes, dieron tres vueltas sobre el desfiladero y bajaron en picada, dejando delante de los aguiluchos un gran erizo que habían atrapado. Normalmente los pequeños se hubieran abalanzado a cogerlo, pero en esta ocasión lo primero que hicieron fue contarles a sus padres cómo Airjul les había salvado.
Las águilas miraron respetuosamente al joven. Luego acariciaron con sus alas el rostro del muchacho, y una de ellas le dijo:
– Hace años que no podemos criar los aguiluchos que quisiéramos porque la serpiente se los acababa comiendo. Ahora que tú la has eliminado, no hay duda que nuestra camada crecerá.
– Queremos agradecerte tu bondad, muchacho. Cuéntanos tu propósito y te ayudaremos a volar sobre él –continuó la otra.
– Muchas gracias, pero mi propósito se llama Zoraida y aún no sé dónde encontrarla.
Entonces, una de las águilas se arrancó de su ala derecha una pluma y se la entregó a Airjul:
– El camino, como el amor, es imprevisible. Cuando tengas alguna dificultad quema esta pluma. Sin importarnos el lugar ni la hora nosotros acudiremos en tu ayuda.
Airjul se despidió de sus nuevos amigos y siguió su camino durante un día entero de marcha hasta llegar a los pies de una montaña. Allí hubo de esconderse cuando vio que un cazador apuntaba su fusil hacia un zorro que se encontraba a pocos metros de distancia. El animal, nervioso, no tenía escapatoria. “Ese zorro también debe tener hijos. ¡Qué tristes se pondrán ellos si él se muere!” pensó. Y exactamente en el momento en que el cazador iba a disparar, el muchacho voló como una flecha y lo detuvo diciéndole:
– ¡Perdónele la vida! Si lo mata ¿qué será de sus crías?
Furioso y conmovido al mismo tiempo, el cazador comprobó que su presa había aprovechado la interrupción del muchacho para desaparecer. Se colgó el fusil al hombro y se alejó de Airjul diciendo:
– Yo también tengo hijos que alimentar, mocoso.
Cuando Airjul se quedó solo, el zorro se le acercó enormemente agradecido:
– ¡Nunca olvidaré que me has salvado! Si deseas pedirme algo, dímelo, que yo te ayudaré a conseguirlo.
– En este momento no necesito nada, amigo, ¡a no ser que tú conozcas a una tal Zoraida! –contestó el joven.
– ¡Ojalá la conociera! Encantado te conduciría hacia ella. Pero, antes de separarnos quiero que sepas lo siguiente: si alguna vez te encuentras en una dificultad, enciende un fuego en este mismo lugar y, por más lejos que yo me encuentre, no tengas duda que vendré corriendo en tu ayuda.
El zorro desapareció apenas hubo terminado de hablar, y Airjul siguió su camino. Anduvo otro día más hasta que vio una enorme muralla que bordeaba una gran ciudad con un castillo alzándose sobre un cerro. Se aproximó hacia una de las entradas y al momento observó que una muchedumbre venía caminando en su dirección.
– Abuelo –le preguntó extrañado a un viejito–. ¿A dónde va tanta gente?
– ¿No lo sabes, hijo mío? Vamos al campo de ejecuciones.
– ¡Campo de ejecuciones! ¿Qué lugar es ése?
– Es un sitio donde se ejecuta a la gente. Hoy le ha tocado a un joven cumplir con su condena, y nosotros vamos a verlo.
– Y ¿qué crimen ha cometido?
– Ese joven no ha cometido ningún crimen, ni siquiera ha robado. Simplemente no ha cumplido las condiciones que se le habían requerido para casarse.
– ¿Condiciones para casarse? ¿Qué condiciones son ésas?
Y he aquí lo que el buen hombre le relató a Airjul:
En aquella ciudad había un rey que tenía una hija tan bella como caprichosa. Muchos ilustres mancebos habían ido a pedirle matrimonio, pero ninguno había tenido éxito. Ella poseía un espejo mágico en el cual se reflejaban todos los rincones del reino y más allá, tanto el paraíso como el infierno. La princesa siempre imponía la misma condición para desposarse: quien quisiera su mano debía esconderse en el plazo de tres días, y en el lugar que creyera más seguro. Al vencer el tiempo la infanta subía a la torre más alta del palacio y a través de su espejo miraba por doquier. Si en el espejo no se reflejaba la imagen del joven, se celebraría la boda; de lo contrario, no sólo no aceptaba casarse sino que ordenaba la muerte del pretendiente. Así habían perdido la vida muchos ilusionados aspirantes que aceptaron tan singulares condiciones. Y ésa era la razón por la cual iban a ejecutar al joven en aquellos instantes.
“Qué condición tan cruel. Si no se termina con este absurdo muchos jóvenes seguirán camino de la muerte hasta que esa princesa se haga vieja y fea.” Con estos pensamientos se dirigió Airjul hasta la puerta del palacio y le habló al guardia:
– He sabido que su excelencia la infanta se quiere casar; por ello vine desde muy lejos a pedirle en matrimonio. Le ruego que le transmita mi deseo y que ella tenga la gracia de darme la oportunidad.
– Bien –dijo la princesa al escuchar el informe de su guardia–. Dile a ese joven que desde ahora empiece a buscar un sitio donde esconderse, y que dentro de tres días, a esta misma hora, subiré a lo alto del palacio para buscarlo con mi espejo.
“Iré a pedirle a la gran carpa que me ayude”, pensó Airjul cuando el guardia le transmitió las palabras de la princesa. Y sin darle más vueltas, caminó tres días sin parar hasta que llegó al lugar donde lo había dejado el pez. Apenas se tiró al río, la carpa salió a su encuentro y le preguntó preocupada:
– ¿Qué desgracia te ha sucedido?
– ¡Ayúdame, por favor! Sólo tú puedes esconderme donde nadie me encuentre. Y sólo así podré salvar de una flor venenosa la vida de muchos jóvenes.
– Bien, bien, amigo, te ayudaré; pero antes de entrar en mi estómago recuerda que todo aprieto se resuelve tarde o temprano.
Y, diciendo esto, el pez abrió su gran boca y se tragó a Airjul. Luego ordenó a todos los pececillos que nadaran hacia el curso superior, y que revolvieran el barro para lograr que el agua del río quedara turbia. Miles de peces se reunieron como un enjambre de abejas y, moviendo el barro con sus colas y sus cabezas, dejaron la límpida agua del río tan turbia y oscura que ni los rayos del sol podían penetrarla.
Este suceso aconteció justo cuando se cumplía el plazo impuesto por la princesa que, subiendo a la parte superior del palacio, proyectó su espejo hacia el desierto, las praderas y la montaña. Pero fue mientras enfocaba sobre el río que por fin divisó a su pretendiente durmiendo en el estómago de una gran carpa.
– ¡Lo encontré! –exclamó dando saltos de alegría.
Y acto seguido ordenó a los soldados que fuesen a apresar a Airjul, indicándoles con todo detalle el lugar exacto donde habrían de encontrarlo.
Cuando el muchacho fue conducido ante la princesa y ésta se disponía a dar la orden de ejecución, intervino el rey diciendo:
– ¡Un momento, hija mía! Este muchacho ha buscado un escondite más ingenioso que tus anteriores pretendientes. No lo mates por el momento, y dale otra oportunidad de esconderse.
Para no contrariar a su progenitor, la muchacha aceptó la propuesta, no sin antes advertirle a Airjul:
– Por esta vez te perdono la vida, pero la prueba continúa ¡Escóndete de nuevo!
“¿Adónde me voy a ocultar?” pensó Airjul. Y, de súbito, se acordó de las águilas. Apresuradamente se dirigió hasta el desfiladero donde se despidieran. Una vez allí sacó la pluma y la quemó. Al rato el día se oscureció y empezó a soplar un fuerte viento. Una gran águila salió de entre las nubes, dio tres vueltas en círculo y detuvo su vuelo frente al joven.
– Buen amigo, ¿por qué necesitas mi ayuda?
Airjul le contó todo lo sucedido y al final le imploró:
– ¡Ayúdame, por favor!
– Está bien, móntate en mi lomo, pero ¡por nada del mundo vayas a mirar hacia abajo! Cierra los ojos y piensa que todo aprieto se resuelve tarde o temprano –dijo el águila mientras lo elevaba hacia las nubes.
Esto sucedía justo en el momento en que la infanta se disponía a mirar con su espejo. Ansiosa, lo proyectó hacia todos los rincones del reinado, y más allá, pero por ninguna parte aparecía el muchacho. ¿Dónde se habría escondido? Sin darse cuenta enfocó el espejo hacia el cielo, y así fue que descubrió a Airjul entre las nubes.
– ¡Lo encontré! –anunció dando saltos– pero esta vez será más difícil de atrapar que antes. Está montado en un águila que vuela en las alturas. Hasta allí no llegan las flechas y sería en vano gritarle. Pero hay una solución: Yo he observado que, después de volar durante mucho tiempo, el águila siempre baja al mismo estanque a tomar agua. Cuando esto suceda, los soldados estarán acechando.
Los soldados se dirigieron al pantano y se escondieron entre los cañaverales. El águila ya llevaba muchas horas volando sin parar y hacía rato que notaba la garganta seca. Entonces decidió buscar un agua que le refrescase. Airjul desmontó de su espalda algo mareado. Y, justo cuando ambos bebían, los soldados gritaron al unísono. El águila se espantó y levantó el vuelo antes de que el joven tuviese tiempo de subirse a su lomo: atrapado de nuevo, fue llevado ante la princesa.
¡Esta vez sí que su escondite había sido inimaginable!, se comentaba con entusiasmo en boca de ilustres y criados, en los amplios salones y en todos los rincones del palacio. Por ello no fue de extrañar que, cuando la princesa ya iba a ordenar la ejecución, la reina saliera en defensa del muchacho.
– ¡Este joven ha hecho algo insólito, hija! Otórgale otra oportunidad.
La princesa aceptó una nueva prórroga y le dijo a Airjul:
– Estás de suerte, joven. Te permito que vuelvas a esconderte. Sin embargo, recuerda bien que ésta será tu última oportunidad.
Airjul tenía bien claro una cosa: si esta vez lo encontraban ya no saldría nadie en su defensa. ¿Qué hacer? De pronto recordó la promesa del zorro y decidió pedirle ayuda. Caminó sin descanso hasta que llegó al pie de la montaña donde había salvado al raposo de la muerte. Allí se apresuró a recoger unas hierbas secas e hizo una fogata. Cuando apenas el humo se elevaba, el zorro llegó corriendo, tan veloz como el viento.
– Mi buen amigo, ¿qué te ha sucedido? ¿Para qué me necesitas?
Airjul le contó detalladamente todo lo que ocurría y le pidió al zorro una demostración de su astucia. Éste último contestó:
– Siento que vengas tan apurado, muchacho. Pero todo aprieto se resuelve tarde o temprano. En realidad, tu problema no es nada del otro mundo. Espera aquí un momento –y diciendo esto comenzó a cavar una fosa por la que desapareció.
Airjul se quedó afuera aguardando, esperó y esperó pero el zorro no salía. Así transcurrió el día y el zorro seguía sin salir. Pasó otro día y ya se acercaba la hora decisiva en que la princesa subiría a la torre, pero el raposo no aparecía.
¿Qué hacer? se preguntaba retorciéndose los dedos con desesperación cuando, de pronto, el zorro salió del túnel y le dijo con urgencia:
– ¡Entra aquí, amigo! He cavado un túnel que llega hasta la parte inferior del palacio de la princesa. El final del pasadizo está separado de la superficie por una delgada capa de tierra y, además, he improvisado una pequeña abertura por donde entra la luz del sol. Tú espera justamente en ese lugar. Es seguro que ahí la princesa no te encontrará. Cuando ella se canse y rendida dé por terminado el juego, te presentas ante ella. ¡Adelante, joven, te deseo éxito!
Y, diciendo esto, el zorro se volvió a la montaña mientras que Airjul se deslizaba apresuradamente por el túnel. En tanto, la princesa ya había subido a lo alto del palacio y miraba con su espejo mágico las montañas y valles, el desierto y la pradera, las nubes, los ríos y los lagos, pero no hallaba ni la sombra del muchacho.
Justamente cuando la princesa recorría con su espejo desde los sitios más lejanos hasta los más cercanos, Airjul se iba aproximando al lugar donde ella estaba, aunque a muchos metros por debajo. Afortunadamente, ella no pensó que alguien osara esconderse bajo sus pies. Cansada de buscarlo, triste y descorazonada, comenzó a descender de la torre y se presentó ante la sala de los reyes para decirles que estaba dispuesta a casarse.
Para anunciar tan esperada boda, los reyes celebraron una fiesta a la que fueron invitados muchos representantes del reino. La sorpresa fue que Airjul, delante de toda la corte, se dirigió respetuosamente a los soberanos:
– Les agradezco mucho el honor que me conceden, pero yo sólo soy el hijo de un pescador. No podría hacer feliz a una princesa que necesita de un espejo para verme.
Después hizo una reverencia a los reyes, miró fugazmente a la infanta que, por cierto, en nada se parecía a su Zoraida soñada, y se retiró tranquilamente del palacio.
La gente se quedó estupefacta cuando la caprichosa princesa, encendida por la ira, tiró al suelo su espejo mágico, y ¡plaf! allí quedó hecho añicos…

Pasaron muchos días y algunos meses. Airjul vadeó incontables ríos, atravesó montañas y llanos hasta que a lo lejos divisó un pueblo que relucía a la luz del mediodía con sus fachadas encaladas de blanco. Acercándose por la exuberante vereda notó como si ese lugar ya lo hubiese visitado en sus sueños. La imagen de Zoraida se le presentó con tal nitidez que casi podía olerla entre las amapolas del camino.
Como en un trance anduvo por las calles sin un rumbo fijo, con la esperanza de encontrarla. Finalmente, apesadumbrado, tomó asiento al lado de un pozo que encontró en los contornos del pueblo. Allí descansaba cuando una anciana que venía con dos cubos a cargar agua, notó el desvelo del joven y el preguntó:
– Hijo, ¿qué pena te aqueja?
– Abuela, ¿por qué asoma la esperanza como un sol entre las nubes y luego se esconde tras los nubarrones de la desesperación? – respondió Airjul
– ¿No sabes, muchacho, que todo aprieto se resuelve tarde o temprano?
– Eso mismo me dijo la carpa, y el águila, y el zorro. Pero mis amigos quedaron lejos y aquí a nadie conozco… Quisiera quedarme en este pueblo pero no tengo techo, ni comida, ni ocupación.
– Hijo, no pienses más, ¿para qué te vas a buscar más penas? ¡Para quejas, los huesos doloridos de esta vieja que tienes delante! Pero busquemos una solución. Si quieres, hasta que encuentres algo mejor, puedes quedarte a vivir en mi humilde morada, a cambio podrías ayudarme con el ganado.
Airjul aceptó encantado y, llevando a cuestas los dos baldes rebosantes de agua, siguió a la anciana hasta su casa. En el camino pasaron por unos cañaverales que bordeaban el río donde se oía la voz cantarina de una muchacha, las risas vivaces de otras y el sonido de chapoteos en el agua. Airjul pasó de largo siguiendo a la abuela, sin apenas atreverse a mirar las doncellas; pero de pronto escuchó que una de ellas gritaba:
– ¡Ése ha sido otro de tus cuentos, Zoraida! ¿Dónde se ha visto que un joven quepa en el estómago de una carpa, o que pueda volar sobre las alas de un águila, o que un zorro quiera ser su amigo?
Y otra de las jóvenes dijo entre risas:
– ¿Y dónde se ha visto que haya una princesa que mire a un espejo con otra intención que no sea la de preguntarle: espejito mágico, acaso no soy yo la más bella del baile…?
A lo que Zoraida les respondió:
– ¿Y quién no os dice que no seamos nosotras mismas personajes de un cuento que alguien se está imaginando?…

El lenguaje de la Naturaleza

Hubo un tiempo en el que el ser humano poseía una relación tan profunda con la Naturaleza que incluso podía acceder a realidades paralelas que permanecen ocultas a las miradas apresuradas, dispersas y superficiales de nuestra actualidad. El vínculo con la Naturaleza perdura en estos tiempos para quienes mantienen una íntima relación de autoconocimiento en la observación de los fenómenos naturales. Hay un lenguaje mágico y simbólico en cada palmo de paisaje que siempre está contando cosas para tod@s, y a cada cual le cuenta lo que necesita para sí, para su momento único e irrepetible. Habla siempre el soplo del viento, el canto del pájaro, el susurro de las hojas, el fluir de las aguas, el ciclo de las estaciones. La Naturaleza le habla a quien está atento para «escuchar», para «leerse» en un lenguaje olvidado por el intelecto pero que el corazón sí recuerda…

GIRASOLES AL AMANECER en la BIBLIOTECA MUNICIPAL de Iznájar – Córdoba

¡¡¡Gracias, iznajeños-as, por el silencio de esas piedras, y por el vuestro, que inspiró nuevos entendimientos!!!

Contrastes

¿Perderse en la vorágine de acontecimientos externos o encontrarse en el silencio del mundo acallado, en la soledad de quien bucea en sus profundidades? Dos formas contrapuestas de trazarle a la vida la particular expresión, y ambas incompletas mientras se anulen entre sí…

Trato de unir los opuestos, y a veces los veo abrazarse en cada intento de cerrar un círculo, de completar un recorrido de reconciliación: la circunstancia externa me viste a su imagen y semejanza, mientras que el llamado interno me reclama en el mismo desgarro de los ropajes adquiridos.

La superación es un viaje hacia las raíces, que son las mismas para todos y en todos los tiempos. Sólo desde la conexión con la madre nutricia se puede crecer hacia lo alto, expandirse, recuperando la savia perdida para no ser rama muerta en el Árbol de la Vida. Y ahí, en ese punto de conexión, encuentro la más profunda y elevada expresión, una sencilla sencillez en la vorágine de contrastes que ofrece el día …

 GIRASOLES AL AMANECER En el Centro de EDUCACIÓN PERMANENTE de Santa Fe – Granada

¡¡¡Gracias al Centro de Educación Permanente «Elena Martin Vivaldi» y a los santaferin@s que dejaron una nueva huella en el recorrido de los girasoles!!!