Referentes en la Lectura

En la más remota Antigüedad, el analfabeto primero no sabía leer ni escribir, pero sabía contar. Era el depositario y transmisor de la tradición oral y, por lo tanto, el inventor de los mitos y leyendas. Las culturas de todos los tiempos tuvieron deseos de contar sus vidas y experiencias, así como los adultos tuvieron la necesidad de transmitir su sabiduría a los más jóvenes para conservar sus tradiciones y su idioma, o para enseñarles a respetar las normas ético-morales establecidas por cada pueblo, ya que los valores del bien y del mal eran representados por los personajes que emergían de la propia fantasía popular. Es decir, en una época primitiva en la que los hombres, por vía oral y de generación en generación, se transmitían sus observaciones, impresiones o recuerdos, los personajes de los cuentos eran los portadores del pensamiento y el sentimiento colectivo. De ahí la importancia de los cuentos que leemos a temprana edad –cuando aún somos analfabetos en el vasto océano de saberes que luego habremos de asumir o rechazar–, puesto que son esos seres extraordinarios los que dejarán en nuestra alma el referente más puro y nítido de valores, sentires y cualidades que cada cual desarrollará a lo largo de su existencia. No cabe duda de que es en esas primeras lecturas cuando, atrevimiento y miedo, malicia y nobleza, traba e ingenio, encarnan las imágenes que por siempre animarán el Gran Cuento que dejaremos escrito en nuestra historia particular y colectiva.

De los incontables libros que he leído en el transcurso de mi vida, apenas si recuerdo títulos, tramas, ni autores, pero sí permanece nítida en mi memoria la emoción que sentí ante el primer cuento que me hizo llorar. Fue aquél que desató un nudo en mi garganta y a través del cual la palabra escrita me transmitió, por vez primera, un sentir ajeno en una imagen que hice mía. Sucedió antes de cruzar la franja que separa la niñez de la adolescencia y aún puedo rememorar los estantes de la antigua Biblioteca del pueblo, donde tomé prestado el libro, o el color amarillento de sus páginas desgastadas por el tiempo y también, quizá, por otras lágrimas que me precedieron.

Esta fábula en particular describía la historia de una loba cuyo instinto le apremiaba a salvar a sus crías del acecho de la más peligrosa de las sombras: el águila revoloteaba en el cielo buscando su almuerzo. La madre salvó distancias y pruebas desplazando a su camada, así como mejor pudo, por la espesura del bosque, sin detenerse hasta que cada uno de sus hijitos quedó en lugar seguro. Sin embargo, para mi propia desolación, no logró salvar al último de sus lobeznos.

Hoy sé que el narrador de esta fábula no pretendía hacerme sufrir gratuitamente, sino mostrarme con suavidad la desgarradora lucha de supervivencia que la fauna manifiesta en los bosques. Poco sabía yo por entonces que, con el devenir del tiempo, en los bosques de mi vida seguirían anidando la fragilidad, el amor protector, la sombra del acecho, la voluntad, el laberinto de la duda, el miedo… y todas las emociones que despertaron en mi infancia, mientras leía este cuento.

Hoy, mirando hacia atrás, sé que han sido aquellas primeras lecturas las que dejaron una impronta imborrable en mi desarrollo como persona. Y creo que fue porque realmente yo me creía el cuento. Lo vivía con todo mi ser. Amé los libros desde el comienzo y en mí sigue viviendo la esencia de esos personajes que encarnaron la ternura, la tenacidad, la fuerza, la sabiduría, las ganas de creer en lo increíble, la necesidad de comprender lo diferente… Al final todo son disfraces que el Amor adopta para amarnos. Lo fácil para el adulto es eludir la existencia con explicaciones, justificar esa alternancia de felicidad y miedo que expresa el ritmo natural de lo que uno va siendo. Lo difícil es que en el trayecto no te pierdas, que contigo siga caminando ese niño errante y sin malicia que busca su porción de suerte…

La Imaginación

«Había una vez un peregrino que en su trayectoria por esos mundos encontró a tres picadores. Saludó al primero preguntándole qué hacía y éste le respondió en forma de queja:
– ¿Qué hago? Machacarme la espalda durante horas, día tras día, llueva, truene o abrase el sol. Destrozando mi vida así como se rompen estas piedras.
El peregrino se acercó al segundo picador y le hizo la misma pregunta:
– ¿Qué hago? – respondió el aludido con voz cargada de realismo – ¿Acaso no es evidente que estoy picando piedras?
Y, por último, el caminante abordó al tercer picador con la misma pregunta y éste alzó sus ojos soñadores hacia las alturas, como si pudiera ver en el aire formas ajenas a la mirada común:
– ¿Qué hago? – respondió con una sonrisa cómplice – estoy construyendo una catedral.»

Personalmente he respondido como estos picadores en distintas etapas de mi vida. Ante las evidentes preguntas que desata el dolor, el miedo o el sinsentido, me he quejado; también he sido realista y conozco de la resignación; pero, cuando veo mi particular «catedral» entre nubes y emociones, siento que cada realidad cincela una capacidad de adaptación, a la vez que cada imaginación construye su propia libertad…

Luces y sombras

Los espacios se saturan de cosas que pintan sombras en los rincones. No me sirve la información del día en los espacios de la mente que viven su noche. No quiero más información, ni más sombras que la sombra fresquita de un gran árbol en una tarde de verano. Que venga y entre la luz en estos habitáculos de mi mente. Y reclamo la claridad peleándome con los muros de mis percepciones, intentando romper el molde, la estructura que le da identidad a la confusión. Acaso, en lugar de quedarme aquí a discutir con las penumbras, lo mejor sería salir fuera y nutrirme de la luz de la luna, la luz de las estrellas, la luz de una luciérnaga… Pero ahí, al otro lado de los tabiques de esta percepción, está el frío, está el riesgo, está la desnudez, y está el miedo a lo desconocido. Entonces, ¿cómo cuestionar una estructura, un paradigma, una forma, sin antes superar los motivos que a ésta me adhieren?

Humildad

Hay procesos que culminan en prosperidad, belleza, dicha, sabiduría…, y aunque hoy no puedo agradecer por la consumación de tantos dones, doy las gracias por el proceso mismo de aprender, paso a paso, las lecciones que me van enseñando a sumar en la carencia, a pulir asperezas, a desvestirme de la dolencia, a leer la confianza inscrita en el «no saber».
Hay fuerzas que culminan en talentos, creaciones, éxitos…, pero hoy agradezco por todas las situaciones que me dejaron sin fortaleza –que, ilusa de mí, creí en mí y no a través de mí– para que entendiese que la humildad es la más talentosa de las potencias, cuando se ha desmoronado toda ilusión de poder… Un “Yo puedo” aislado es una ilusión del ego, pues yo soy el resultado de todas mis relaciones.
Y, si la culminación de todas las relaciones es el amor, agradezco, doy las gracias hoy, por todas aquéllas que han configurado el amor en mí, no como idea abstracta o ilusoria, sino como experiencia, vivencia y realidad.

Decreto de la Diosa

Una vez al mes en Luna Nueva o Llena, reuníos todas las mujeres en algún lugar secreto en nombre mío.
Allí os enseñaré cosas desconocidas y seremos libres de la esclavitud. En alabanza mía, bailaréis, comeréis, haréis música y os regocijaréis ya que mío es el éxtasis del espíritu, y mía es también la alegría de la tierra, y mi ley es el amor a todas las cosas.
Mantened puros vuestros ideales más altos, porfiad siempre por ellos, no os detengáis ni os desaniméis. porque mía es la puerta secreta que lleva a la tierra de la juventud, y mía es la copa del vino de la vida y el caldero que es el Grial sagrado de inmortalidad. Yo soy la diosa graciosa que otorga el regalo de la alegría de la vida a los corazones.
En la tierra doy conocimiento del espíritu eterno, y más allá de la muerte doy paz y libertad y me fundo con todos. No pido sacrificios porque soy la madre de todos los seres y mi amor se vierte sobre la materia. Yo, que soy la belleza de la tierra verde y la blanca luna entre las estrellas y los misterios de las aguas y el deseo de los corazones, llamo a vuestra alma para que se levante y venga a mi, pues yo soy el alma de la naturaleza que da vida al universo. De mí proceden todas las cosas y a mí todas las cosas deben retornar.
Por ello ante mi rostro, amado por dioses y humanos, permitid que vuestro interior más profundo se abra al rapto del infinito.
Que mi culto provenga del corazón que se regocija, ya que todos los actos de amor y de placer son mis rituales. Que tengáis la belleza y la fortaleza, el poder y la compasión, el honor y la humildad, la alegría y la reverencia.
Y vosotras, mujeres que queréis conocerme, debéis saber que esa búsqueda y ese anhelo no servirán de nada si no os abrís al Misterio, pues todo lo que buscáis fuera sólo lo encontraréis dentro de vosotras mismas. Recordad que estoy con vosotras desde el principio y soy lo que llega cuando se acaba el deseo.
Sed bendecid@s
(Texto atribuido a Doreen Valiente, 1922-1999)

Conexión

¿Perderse en la vorágine de acontecimientos externos o encontrarse en el silencio del mundo acallado, en la soledad de quien bucea en sus profundidades? Dos formas contrapuestas de trazarle a la vida la particular expresión, y ambas incompletas mientras se anulen entre sí… Trato de unir los opuestos, y a veces los veo abrazarse en cada intento de cerrar un círculo, de completar un recorrido de reconciliación: la circunstancia externa me viste a su imagen y semejanza, mientras que el llamado interno me reclama en el mismo desgarro de los ropajes adquiridos. La superación es un viaje hacia las raíces, que son las mismas para todos y en todos los tiempos. Sólo desde la conexión con la madre nutricia se puede crecer hacia lo alto, expandirse, recuperando la savia perdida para no ser rama muerta en el Árbol de la Vida. Y ahí, en ese punto de conexión, encuentro la más profunda y elevada expresión, una sencilla sencillez en la vorágine de contrastes que ofrece el día …

Hasta el último aliento

A las aladas almas de las rosas
del almendro de nata te requiero,
que tenemos que hablar de muchas cosas,
compañero del alma, compañero.

Tomo prestados estos versos de Miguel Hernández, para que vuelen esas palabras que vienen pesarosas a pronunciar la difícil encomienda de una despedida, con la esperanza de que al prenderse en vuelo sobre el adiós suenen las letras a un cántico de bienvenida.
Pero si se empeñaran algunos renglones en decir adiós, que sea a todos esos momentos en los que me he ausentado de tu conversación y de tu lucha. Ausente de los conceptos para hacerme presente en este Ahora sin orillas donde nos damos la bienvenida, cuando puedo yo darte las gracias por el fuego que ha encendido tu conversación y tu lucha.
Las gracias que siento hacia tu persona están esparcidas por muchos momentos de algunos años en los que hemos compartido tiempo y espacio, pero acude a este instante la primera vez que vi en ti al Hombre Fuego de las ceremonias ancestrales. El que sostiene la lumbre de la tribu, el calor de las almas, la fuerza sabia que, conocedora de su incapacidad para encender la noche, alumbra y calienta al trozo de oscuridad que se le pone delante.
Las gracias que siento hacia ese calor y esa sabiduría que desprende el fuego de tu vida están esparcidas por muchos momentos de algunos años, pero asoma por este instante el último encuentro en el que compartimos un propósito: celebrar unas Jornadas en Familia. Y es en este Ahora que puedo decir adiós al frío de los días fríos, y las conversaciones frías y las luchas que el tiempo enfría, para darle la bienvenida y las gracias a ese fuego que ha encendido tu vida, compañero, y enciende para la Familia un ¡Sí a la Vida!

!En memoria de Antonio Garrido, que luchó por una cultura de vida hasta el último aliento!

El Círculo del Corazón

De lo que se trata es de abrir el corazón. El corazón se abre a veces con un canto, a veces con una palabra, a veces con un grito, a veces con un llanto. Pero se trata de que el corazón se abra, porque si vengo con el corazón cerrado y con todo el personaje que lo rodea a modo de muralla, entonces la montaña soplará en la superficie de mi piel, cuando lo que vengo a buscar es un encuentro de esencia a esencia. Así, el propósito es que se abra el corazón.
Abrir mi corazón también puede ser el reconocimiento de que no soy tan fuerte, ni estoy tan armonizada, ni tengo tanta voluntad, ni soy tan humilde, ni estoy tan protegida porque no soy tan cuidadosa, y que no soy tan impecable y que no estoy tan equilibrada y que no siempre veo claro, y que a veces me falta la confianza para seguir creando lo que soy, y que si no doy espacio a la creatividad tampoco siento la abundancia del Ser. Y entonces la belleza es como una ventana abierta que abro cada día y me enseña el mismo paisaje de cada día que no puedo cambiar porque no veo la belleza de la vida en el mismo acto de mirar.
Abrir mi corazón a la fuerza del amor puede ser el reconocimiento de que soy la suma de todas mis relaciones, y que la energía que me falta hoy es la energía de todas las relaciones que no he podido amar cuando  vinieron a ofrecerme una oportunidad de vida, de unidad, de que el amor sobreviva a todos los argumentos y excusas que lo niegan, poniéndome en el negativo de la separación.
De lo que se trata es de abrir el corazón, para que el “no” se transforme en un “Sí” a la Fuerza, Ritmo, Voluntad, Humildad, Protección, Impecabilidad, Sanación, Claridad, Confianza, Creatividad, Abundancia y Belleza… Un Sí al Amor…

Encuentro en la Montaña de Montserrat

¡¡¡Gracias, Alfonso, Guillermo, Isabel, María, Raquel, Sonia… por tantos regalos que habéis traído a este Encuentro!!!

angelacastillo

¡Bienvenida Primavera 2015!

“Si te resuena este Llamado, es que tu corazón te está esperando…” Éste fue el santo y seña para quienes dijimos ¡Sí! y acudimos a la cita concertada con un corazón unificado que nos estaba esperando. Y ¡Sí! Los colores se sacudieron las resistencias y atravesaron el espesor de las nubes purificándose con la intensa lluvia, para dibujar un arcoíris en este día compartido con la maravilla de compartirnos.

Cada cual conoce su propio despliegue de emociones encontradas al hacerse partícipe de un encuentro de estas características. Yo sé lo que sentí cuando el tan anunciado día amaneció con frío, lluvia y viento. En mi particular día se levantó una niña decepcionada porque el hada madrina no acudió vestida de primavera a su fiesta de la primavera. Lo reconozco, si no fuese porque ya estaba dentro del cuento, me habría contado a mí misma una buena excusa, un buen cuento que justificase el no tener fuerzas ni ilusión para pasar las páginas de la tormenta y sentir la magia de un desenlace inimaginable. Pero las fuerzas amigas llegaron de todos lados, con paraguas y las botas mojadas, como rayos de sol que atraviesan el espesor de las nubes, para regalarle unos zapatos nuevos a esa mirada desencantada que se había olvidado de pasar página y seguía leyendo, perpetuando, sintiendo el mismo paisaje sombrío en un rincón del alma del mundo.
Pasar la página de este invierno ha traído el regalo de una comprensión convertida en vivencia: lo que proyectamos, anhelamos, buscamos, ya está escrito y contemplado, ya es en todo momento. Pero no puedo ver la abundancia con los ojos de la carencia, ni sentir toda la magnitud del amor si voy haciendo fronteras con la espada del condicionante, ni danzar con la vida si no escucho su música, ni leer la magia del cuento con los ojos del desencanto… No podría agradeceros si no hubiera sentido las gracias que vuestros corazones han derramado en este Encuentro… Pero ¡Sí! doy gracias porque he podido Veros, Recibiros, Sentiros como la llegada de una Primavera…

El grito acallado

“El problema de mi vida me anonada más cuanto más pienso en él. Quiero ser algo en el mundo, cultivar un arte, vivir de mí misma. El desaliento me abruma. ¿Será verdad, Dios mío, que pretendo un imposible? Quiero tener una profesión, y no sirvo para nada, ni sé nada de cosa alguna. ¡Esto es horrendo! Aspiro a no depender de nadie, ni del hombre que adoro. No quiero ser su manceba, tipo innoble, la hembra que mantienen algunos individuos para que les divierta, como un perro de caza; ni tampoco que el hombre de mis ilusiones se me convierta en marido. No veo la felicidad en el matrimonio. Quiero, para expresarlo a mi manera, estar casada conmigo misma, y ser mi propia cabeza de familia. No sabré amar por obligación; sólo en la libertad comprendo mi fe constante y mi adhesión sin límites. Protesto, me da la gana de protestar contra los hombres, que se han cogido el mundo por suyo, y no nos han dejado a nosotras más que las veredas estrechitas por donde ellos nos saben andar…” – Pérez Galdós

Ha pasado mucho tiempo, y han ocurrido muchos cambios, desde que este novelista del siglo XIX permitiera que el grito acallado de las mujeres de antaño hiciese eco en el devenir de la historia. He de reconocer que la fuerza de esta voz resonó también en mi desarrollo personal y, sin embargo, nunca me identifiqué ni tampoco me he implicado con el movimiento de reafirmación feminista más allá de gritarle a mi madre, en la adolescencia, por qué tenía yo que hacer la cama y la habitación de mis hermanos, o por qué éstos podían llegar más tarde que yo a casa. Admiro, no obstante, el grito que lanzaron otras féminas fuera de los tabiques del hogar, y cuya persistencia logró abrir las puertas para que la mujer pudiese elegir dónde y cómo quería desarrollar su expresión vital; lo admiro y lo agradezco puesto que, sin los cambios que ellas propiciaron, las veredas seguirían siendo estrechitas para unos y para otras…

DSCF8211a¿Y qué grito, o de qué mujer, arrojaría Pérez Galdós en nuestros días? En el transcurso de mi existencia me he relacionado con mujeres que se asemejan al hombre, y con hombres que abanderan el modelo de la mujer. En la eterna danza de energías primordiales que se contraponen y abrazan al son de una misma música, que es la vida, he visto la ternura en los ojos de un padre y la autoridad en la mano educadora de una madre; he trabajado con directivas agresivas empeñadas en hundir a la competencia y con empleados sumisos que, resentidos y humillados por el
despotismo de sus jefes, descargan su ira contenida en el hogar; he visto llorar a un amigo por un desamor y, anteriormente, he pasado horas escuchando las DSCF8208artimañas que mi amiga urdió para conquistarle… Después de tantas miradas sujetas al prisma hombre-mujer, cocina-despacho, cromosoma X-Y cromosoma, me interesa más la esencia masculino-femenina equilibrándose en cada persona. Busco referentes en el ser humano que evoluciona hacia la completud, y sé que para ponerme en el camino de alcanzarla, tengo que comenzar renunciando al rebaño de mis hábitos, en el hogar y en el trabajo, pero, ante todo, en esos pensamientos ajenos que se piensan a través de mi cabeza.

Si un@ se para a pensar en sus revoluciones cotidianas y particulares, siempre llega a la conclusión de que acaba poniéndose el traje que antes rechazaba. Y es que, en el fondo, tod@s somos quijotes-soñadores buscando a su dulcinea-real, o sanchos-prácticos que finalmente despiertan en un sueño-quijotesco.  Por eso no me interesan los roles que niegan lo opuesto, me interesa qué es lo que me afirma desde adentro cuando todo se derrumba a mi alrededor… Y este ¡sí! es el grito que hoy me anima a seguir planchando, creciendo, cocinando, aprendiendo, tejiendo sueños, o bailando en la plaza del pueblo.

LOS OJOS DE LA NOCHE en La BIBLIOTECA MUNICIPAL DE ALMEDINILLA – Córdoba

Dentro del Programa de Actividades en conmemoración al Día de la Mujer // Lectura del Manifiesto por el Día de la Mujer Trabajadora a cargo de María José Córdoba, concejala de Asuntos Sociales // Presentación a cargo del escritor José Manuel Muñoz Serrano

Amor por los Libros

Quizá porque esta semana seremos hiperflechados por Cupido, me he acordado esta mañana de la primera diana que hizo el arquero en mi vida, allá en la primera adolescencia. Lo confieso. Me enamoré perdidamente de los libros. Los devoraba. Sólo quería estar en sus páginas, vivir entre sus líneas, que nunca se acabara aquella historia… 
Hay recuerdos imborrables en mi niñez que se anteponen, así como la hierba aflora infatigable entre las grietas del cemento, a capas y capas de vivencias acumuladas en la memoria. La escarcha que cubría el olivar en los invernales fines de semana, el almendro vestido de blanco para recibir a la primavera, el olor a tierra mojada tras la tormenta veraniega, las hojas de otoño caídas en la vereda que conducía al colegio… Misterio de inocencia y sencillez el que se percibía en una flor, en un paisaje, en el transcurrir de los ciclos escolares.
También recuerdo el olor de los libros de texto desparramados sin orden ni concierto en la mesa de estudio, y el tacto de aquéllos otros que apilaba como un tesoro en la estantería de mi habitación. En mi mente adolescente, la literatura abrió una ventana a la que, sin que nadie me lo impusiera, quise asomarme para aprender a mirar otros paisajes, a oír otros pensamientos, a imaginar otras historias. Fueron esas lecturas las que entretejieron sueños de un mundo mejor y el interrogante de cómo soñarme a mí misma para ocupar un lugar en él. Ansias por conocer y conocerme, dudas en la incertidumbre. Y también certezas que después hube de conjugar en el tejido de mi propia existencia…

Abrazos

A menudo pienso en cómo se han extendido mis brazos para acoger lo universal y cómo a veces me quedo manca a la hora de abrazar a quienes están aquí al lado. Yo sé lo gratificante y fácil que es abrazar al ángel perceptible en los demás, pero, cuando éste no se hace tan visible, siempre pido a los brazos del Amor que se extiendan para tocar ahí donde no llegan los míos…

Bordadoras de Sueños

Me conduce esta imagen a la adolescencia y a la sombra de una parra donde bordaba mi ajuar de sueños dentro de la circunferencia de un bastidor. Mientras mi madre y otras mujeres del entorno hacían zurcidos y remiendos, yo combinaba los colores y formas en la pureza de un tejido que el tiempo y la experiencia aún no habían desgastado… En la realidad de hoy me ocupo de la función que ellas me mostraran entonces, uniendo los retazos del tejido vital a través de la recapitulación y el entendimiento. Y, aunque a veces parece que los rotos del mundo se empeñan en zurcir los míos, algo que no sé definir sostiene intactos los hilos primorosos que tejen la magia de los sueños. Quizás sea la mirada inocente de esa Bordadora sin edad que todas llevamos en el corazón…

Soledad…un sol que se da

¿Acaso escribí incontables páginas de necias frases para llegar a la conclusión de que mi corazón no fue quien movió la pluma? Párrafos y párrafos rectificados con tachones, con interrogantes sin cerrar, con exclamaciones dolorosas, con dilemas sin resolver. Frases trazadas con anhelos de supervivencia por salir de un mar lleno de soledad y amor perdido. Sin comprender lo que la vida convirtió en desechos en un instante de confusión. Aquello que un día fue, y de lo que formamos parte los dos, se perdió sin perderse, quedando la sensación de que nunca existió y, sin embargo, sigue flotando en el aire que respiro. Aquel fuego que encendimos quedó sin vida dejándome solamente las cenizas como prueba de su realidad.

…Luego la soledad encogió los espacios, la consciencia, los colores, el mundo, las palabras. Y me dediqué a descubrirla a ella cual si fuera un espejo donde pude mirarme a niveles tan profundos. La soledad se me impuso formando una burbuja hermética que no dejaba pasar a nadie. Acaparadora, celosa, absorbente, de movimientos lentos. Perezosa, ya que su capricho era quedarse, convirtiéndose en una compañera difícil de ignorar. ¡Insustituible! Un sol que se da. A pesar de su silencio logró arrancarme algún grito lastimero cuando me presentó su rostro más cruel. Capaz de guiarme por las sendas oscuras donde flotaba sin rumbo entre la inseguridad y el anhelo. Fue generosa al concederme tiempo para conocerme mejor. Pero, ante todo, se convirtió en mi amiga del alma.

Y después, poco a poco, la soledad rasgó la burbuja haciéndome permeable a la magia de tantas relaciones que vinieron al encuentro. Hasta que por fin se ha despedido diciéndome que llegó el momento de su partida, que se va contenta porque me deja en buena disposición para afrontar la vida, y con las manos abiertas para acoger los regalos que cada presente trae consigo. Y yo no quiero llenar de ausencias ese hueco vacío que ha dejado en mi interior. Quisiera verlo como una página en blanco reclamándome una nueva percepción, un nuevo comienzo. ¡Un nueva pluma para escribir un inesperado capítulo!

Extracto del libro Girasoles al Amanecer

Elogio a una profesora

CONJUGANDO RECUERDOS EN LA PIZARRA DE LA NIÑEZ

Un color que me transporte a la infancia:
Los almendros vestidos de blanco en la Acamuña.
Una textura:
La escarcha que cubría el olivar en los gélidos inviernos.
Un sabor:
Las natillas con canela que comíamos de postre los domingos.
Un olor:
El de los libros de texto recién estrenados en cada ciclo escolar.
Un sonido:
La voz de Doña Dolores redactando un texto en la clase de lenguaje.
Una imagen:
En las antiguas escuelas del pueblo, los alumnos de 5º de EGB somos concursantes y espectadores en el concurso Un, Dos, Tres, que recreamos en una de las aulas.  Después de algunas semanas de eliminatorias, calabazas y finalistas, mi compañera y yo somos condecoradas con el premio de la final: un libro que Doña Dolores nos entrega a cada una, El Conde Lucanor y El Libro del Buen Amor.
Un conocimiento:
Acabo de descubrir que Arcipreste de Hita se llamaba Juan Ruíz. El mismo apellido de Doña Dolores.

. . .

Hay recuerdos imborrables en mi niñez que, así como la hierba brota tímida entre las grietas del cemento, asoman rezagados entre las múltiples capas de vivencias acumuladas en la memoria. Lo que sucede a menudo es que cuando aparece el primero llegan detrás los otros, los recuerdos de la infancia que están en casa y los que juegan en la calle o hacen novillos una tarde de primavera… pero, acaso por el motivo que vengo a escribir estas líneas, vienen al encuentro los recuerdos que aprendieron en la escuela y, concretamente, de una profesora: Doña Dolores.
Hay referentes en mi recorrido que siempre puse por delante, y siempre me han alumbrado como un faro en la noche, pero sé que son aquéllos de los comienzos del aprendizaje, los de más atrás en el tiempo, los que determinaron un mapa sensitivo que después fue tomando cuerpo y realidad en el día a día. El gusto por ir a la escuela, por respirar el olor de los libros, las ansias por comprender, por conocer, se fueron gestando en mi conciencia infantil mientras tú, Doña Dolores, conjugabas frases y verbos en la pizarra. Hoy ya puedo entender que fue el amor que siempre has sentido y transmitido por el lenguaje de las palabras, el que absorbió esta aprendiza que he seguido siendo en las aulas de la vida, sentada por entonces en el pupitre de tus clases.
Hoy se conjugan los recuerdos y la conciencia que hizo su recorrido fuera de la escuela y del marco de la pizarra. El resultado es un ¡Gracias, Doña Dolores! ¡Gracias, Lola! Por haber insuflado en mi alma el amor hacia las palabras, la lectura y la poesía. Gracias por abrir en mi mente esa ventana que me ha mostrado tantos paisajes a lo largo del tiempo, en la medida en que fue asomándose la mirada de esta aprendiza sin edad.
¡Gracias, Seño, Señorita, Doña, Señora! Para mí sigues siendo un referente, por tu amor, por tu fuerza, por tu labor en las aulas y más allá del marco de la pizarra…

La Búsqueda

A lo largo de una vida pasas por etapas en las que la búsqueda y su interrogante no hallan un espacio por donde colarse dentro de los parámetros en los que se desenvuelve tu existencia. En esos tramos no hay preguntas que hacerse porque estás comprometido en responder al reclamo del cuerpo y su sustento, de la mente y el desarrollo de sus facultades, o del afecto y su gama de relaciones emocionales –amor de padres, de hijos, de amantes, de amigos… amor por lo que haces–. ¿Quién tiene tiempo de indagar más allá de este marco que ya de por sí está repleto de respuestas? Casi nadie le da cabida al Interrogante a no ser que la Búsqueda misma le seduzca en algún tramo del camino. A no ser que el lienzo sobre el que pintas tus días tenga fisuras y por ahí se pierdan tus fuerzas, cayendo irremediablemente en tus abismos con un “porqué” sin resolver; o que ya nazcas con la duda incrustada en la frente y tu destino sea el de esos peregrinos de la noche oscura del alma que caminan en dirección al alba.
Sea como fuere, hay un denominador común entre las personas que somos vividas por el arquetipo de la Búsqueda: por mucha información que acumulemos, o muchos caminos que andemos, ya esté claro el día o sea noche cerrada, lo cierto es que siempre se antepone una distancia entre nosotros y los tesoros que esconde el horizonte hacia el que dirigimos nuestra mirada; no importa cuán lejos has llegado en tu viaje de conocimiento, pues lo que buscas se aleja a la misma velocidad que avanzas. Y te agotas cuanto más tardas en rendirte a la evidencia de que, lo que la Búsqueda te está exigiendo, es un salto confiado más que un paso metódico y complaciente… Pero ese salto requiere y reclama la energía que fuiste dejando a tu espalda en cada negación que no pudiste o no quisiste o no supiste transformar en un sí-mismo.
Es llegado a este punto que el buscador desanda sus pisadas y va reinventando el pasado a fuerza de sanar fisuras, de colorear los pasajes grisáceos… Algo mágico sucede en este recorrido, pues, al desapegarse de la búsqueda, encuentra un horizonte sobre cada paso, una claridad en cada paisaje que recordaba sombrío, una fuerza en cada herida sanada. Y es así cómo, sin darse cuenta, sin ya pretenderlo, ha dado un salto sobre sí mismo…

Silencio

Recuerdo en una de las presentaciones que hice del libro Girasoles al amanecer cómo se me quebró la voz antes de pronunciar un discurso previamente preparado. Casi tartamudeando, dije que así estaba bien, pues sólo cuando las palabras marchitas se rompen en la garganta pueden dejar espacio a la fragancia de una Voz desconocida hasta entonces. Una voz que viene a decir aquello que nunca nombraste.
Otras veces la voz se quiebra cansada de repetir un argumento sublime que a veces no es capaz de hacer pacífica tu existencia. Entonces comprendes que hay que callar y escuchar otras voces que, desde más adentro, te dicen lo que NO ES.
Un extraño silencio acontece en tu garganta y en tu mente, donde ya no hay quejas ni exaltaciones. Sólo un callarse y que tu mudez esté a la altura del Silencio. Y si después brota una palabra, que ésta vibre en la hondura de la Voz.
Sólo queda fortalecerse para que un día –hoy, mañana, siempre-, tus relaciones estén a la altura de ese Amor que con tanto énfasis declamas…

Regalos de inocencia

Cuando era niña quise hacerle un regalo a mi amiga en el día de su cumpleaños. No tenía monedas en la alcancía para comprar un obsequio y sabía que era inútil pedirlas en casa, lo cual favoreció que se activara de manera natural el estado de acecho, de observar alrededor qué elementos podían considerarse como una ofrenda. Recuerdo que encontré un pequeño frasco de cristal, vacío, en un rincón del ropero y pensé que nadie notaría el trasvase de la gran botella de agua de colonia familiar a ese bonito frasco. Cosas de niña, pensar que una hoja de papel con un dibujo que has pintado es poca cosa que ofrecerle a la amistad. Colores, texturas y olores de niña que concluyeron en interpretaciones adultas y no lograron desdibujar la reprimenda que recibí.
Las huellas marcadas en la infancia son un mapa sensitivo que nos induce desde dentro a cambiar y mejorar la lectura de lo vivido. Acaso fuera esa niña, que tomó algo de los demás para tener algo que regalar, la que décadas después me inspiró a hacer mi propio perfume con las flores del entorno. Rosas, Madreselva y Jazmín. Todavía me acompaña esta esencia que me regaló la Madre Tierra y, cada vez que abro la botella de cristal donde comprimí tantos pétalos, siento que la infancia me sonríe desde un rincón del ropero, dentro de una hucha vacía, y en los colores dibujados en un papel.
Puedo sentir hoy que esa huella sensitiva de la niñez fue transformada y sigue haciendo nuevas lecturas en el anhelo inocente de ofrendar, de ofrendarnos. Cosas de niñas, aunque ya somos adultas, es entregarte una pluma a la cual tú haces espacio en tu cartera desprendiéndote de una grulla que llevas contigo desde hace décadas, como si fuera un frasco de papel que conserva la esencia de una amistad. Portaré el símbolo en el tiempo y el espacio pero sé que la fragancia de ese instante de reconocimiento en el cual intercambiamos nuestros regalos ha dejado su huella para siempre en las sendas del corazón.

Recital Poético en el cau de les arts // Esplugues // Barcelona

¡¡¡Gracias, niñas, por el regalo de vuestra presencia!!!

Libertad de ser

Caminando por el centro de Barcelona, me hablaba una amiga de esos momentos que no podemos atrapar y en los cuales nos sentimos como si estuviéramos dentro de una pompa de jabón. Al llegar a la plaza de Catalunya volaban por el aire inmensas pompas de jabón, junto a incontables palomas cuyas plumas llevé al encuentro previsto en el Cau de les Arts. Y allí, entre risas, poemas y demás intercambios, nos sentimos felices como si estuviéramos dentro de una burbuja.
Me gustan los lugares y encuentros que permiten a las personas ser felices, dejándolas ser lo que son, aunque sean diferentes a nosotros. Me siento constreñida en los espacios que cohíben la felicidad porque nadie se deja ser lo que es. Hay encuentros propicios para que la magia y la realidad se convivan. Pero estamos más acostumbrados a esos lugares comunes que definen nuestra realidad y rechazamos lo que no se asemeja a esa percepción de lo real. Acaso el lado sufriente de nuestro paradigma se enraíce en que nos resulta hiriente la forma en que otros exponen sin disfraces su libertad de ser…

Un cuento de agradecimiento

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El día vino como Los Reyes Magos, cargadito de regalos. Como dijo María (cuando nos cantó con toda su gracia “Los campanilleros”): todos los días son un nacimiento de la luz, y cualquier momento es bueno para cantar un villancico si nos pone en esa disposición de sentir y acoger la fuerza de lo naciente. Gracias a tod@s, de corazón, por tantos regalos que habéis traído a este Encuentro… Podría escribir páginas y páginas reconociendo los “guiños” que el Universo hace a través de vuestras miradas, de vuestros gestos, de vuestra presencia, pero, quizás porque hoy está lloviendo y he pensado en el fuego, os quiero compartir, así a modo de cuento, el significado de un regalo en concreto:
Unas noches antes del equinoccio de otoño había soñado con un fuego que se apagaba y, ahí dentro de la ensoñación me veía a mí misma sentada, encogida, sin más leña que ofrecer a las llamas, contemplando con frío en el alma cómo el manto gris de las cenizas iba comiéndose el fulgor del rescoldo último. Es de una impotencia desoladora ver que una lumbre se apaga y no puedes hacer nada para avivarla. Recuerdo que cuando ya me había rendido a la evidencia de que no depende de mí que arda lo que ha de apagarse ahí al lado, en el mismo sueño me nació la voluntad de prender el fuego ahí dentro de mí, soplarle a la llama en mi corazón. Y así fue que en un tiempo sin tiempo dancé a la noche glacial como si yo misma fuese un fuego encendido. Entonces amaneció…
Por eso, Rosa, aunque me resistí a aceptarlo porque no tengo una pared donde luzca tu arte en todo su esplendor, reconocí la esencia y el significado del gran regalo que has traído contigo. Fue como si en el lienzo hubieses plasmado la intensidad y el calor de esa mujer de fuego que percibí en mis sueños. Fue como si el día me hiciera un guiño a través de esa imagen. Fue como si hubieras pintado mi sueño. Gracias por borrar las cenizas con la magia de tus pinceles y mostrarme que no importa si no hay leña, pues están los colores, la poesía y el amor que mantienen encendida la llama en nuestros corazones.
¡Gracias, Rosa! Aquí te comparto el texto que me inspiró tu taller de ArteTerapia… Hoy es Siempre Todavía
Flor del aire eres,
libertad en tus alas llevas,
luz de colores es tu vuelo,
aleteo de dicha en el corazón.
Nota 1: Para quienes estáis leyendo este cuento, deciros que si algún día os queréis hacer un regalo mágico, que os pongáis en contacto con Rosa Lopez. Seguro que sus pinceles encenderán todos los colores que lleváis en el alma. Hoy es Siempre Todavía

Nota 2: ¡¡¡Gracias a tod@s!!! Maribel, Agustí, Mercedes, Pedro, Montserrat, Michel, María José, Antonio, Sonia, Eusebi, Elvi, Rosa, María…