Muchas veces el asunto de las relaciones es algo así como la preparación de unas lentejas, que a veces salen ricas y alguna vez se pegan. Hace unas semanas, yo misma preparé este potaje para la familia, y una parte de las legumbres acabó pegada al fondo de la gran olla. Lo sustancioso del asunto es que ninguno de los comensales se levantó de la mesa, ni devolvió el plato, ni me culpabilizó, ni psicoanalizó mi estado de ánimo, ni dejó de hablarme, ni lo interpretó como una afrenta personal…
Son fáciles las relaciones cuando las personas nos encontramos en espacios abiertos y, llegado el momento, nos retiramos. Sin embargo, las relaciones que nos transforman son ésas que nos hacen caer por un tiempo determinado en una «gran olla» junto con otros ingredientes. El fuego de la experiencia hace la alquimia. A veces la fusión es deliciosa y nutritiva a muchos niveles, y alguna vez se pegan las lentejas. La mirada crítica sólo ve el resultado final y cristaliza el sabor a requemado en la memoria. El corazón mira la dedicación, la ilusión, el esfuerzo sostenido, la voluntad… y se alimenta del amor que participa en el potaje de cada experiencia…