Se podría decir que sólo el niño aprende. El adulto va acumulando información, curriculums, propiedades, rutinas, recuerdos, desencantos… y reacciona ante la vida en base a ese cúmulo de pertenencias materiales y psíquicas con las que se ha identificado a lo largo de su trayectoria vital… Para el niño, sin embargo, el mundo que se abre ante sus ojos es un milagro, quizá porque aún no lo captura con la comprensión. Mientras dura la infancia, el niño está viviendo, de manera continuada, su personal e instantáneo aprendizaje. Él juega, está abierto al ritmo de la vida, a su latido. Juega porque él es parte del juego, aún no se dio en él la separación entre el sujeto y el objeto. Las cosas para un niño carecen de función. Sencillamente son. Después viene la educación y entonces ya no quiere jugar, quiere tener, competir, acumular. Y viene luego esa condición de adulto que lleva consigo la adulteración de lo que se debió ser, o mejor dicho, de lo que nunca se debió dejar de hacer: APRENDER…
Girasoles al amanecer en Jun / Granada
¡¡¡ Gracias, Jun, por dejarle un espacio a los girasoles entre tanto arte y tantos colores!!!