Aunque el libro Semillas de un sueño (historia de amor y desamor) está escenificado en el Camino de Santiago, lo cierto es que es un bucear por el océano del sentimiento humano, un intento de expresar esas olas emocionales que mueven nuestros sentimientos. El lenguaje es una prosa poética y sencilla, muy metafórico, invita a detenerse en cada párrafo para descubrir lo que hay detrás de cada insinuación, creando resonancias en el lector, puesto que en muchos momentos se puede sentir identificado con los parajes emocionales que se despliegan en la narración.
Dos voces se expresan, dos protagonistas, que con una profundidad introspectiva crean un hilo conductor que transportan al lector por un viaje en el que se entremezclan los recuerdos de un pasado compartido, cuando se conocieron en el Camino, con el anhelo de un futuro por compartir. Y un tiempo presente en el que van desvelando lo que son, descubriéndose ante el otro, a través del otro. Dos voces que al no identificar el masculino o femenino, nos remiten quizá al Andrógino Primordial; a ese estado original en el que el hombre y la mujer eran un mismo ser, y los géneros no estaban separados por concepciones mentales sino que danzaban en una misma música. Dos voces que, en realidad, desarrollan el eterno conflicto entre la Razón y la Emoción…