Un albañil quería… No le faltaba aliento.
Un albañil quería, piedra tras piedra, muro
tras muro, levantar una imagen al viento
desencadenador en el futuro.
Quería un edificio capaz de lo más leve.
No le faltaba aliento. ¡Cuánto aquel ser quería!
Piedras de plumas, muros de pájaros los mueve
una imaginación al mediodía (…)
(Miguel Hernández)
De niña me gustaba la poesía, dejándome encantar por una música insonora de versos que sólo conseguí comprender (sin comprender nunca del todo) muchos años más tarde. Cuando las palabras se viven sin corsés, libres de ataduras, como si fueran alas que desplazan paisajes imaginarios, sin explicación –mas con el sentido vivo y práctico de exclamarse–, afirman la humanidad que nos habita. Siendo también así que, a través de la poesía, el ser humano ansía habitar el mundo más allá de los sentidos…