Hay momentos que llegan con las alas puestas y no necesitamos de escaleras para sentir, aleteando en ellos, el cielo, la magia, y ese saber directo tan inspirado e inspirador.
Hay momentos que construyen una escalera de creencias para subir al cielo y tocar el Misterio con la intensidad de una emoción o la punta de un pensamiento. Una escalera cada vez más lejana, por cierto, ya que del último afianzamiento de la conciencia surge el vértigo ante el vacío y la necesidad de otro peldaño con interpretaciones más supremas.
Y hay unos pocos momentos que configuran nuestras alas girando a la inversa las cosas y las formas, incluso las escaleras que conducen al cielo…