En julio el melón echa dulzor, color y sabor … (dice el refranero)
En el núcleo del verano, arde julio, intenso, caluroso, con las merecidas vacaciones por vivir, o ya disfrutadas por quienes hacen caso omiso a los refranes y gustan de degustar el frescor de un melón antes que su dulzura.
Ya está aquí julio, con su mediodía soporífero, cuando el sol se deja caer en los poros de la piel, y pesan los pasos en las aceras urbanas, y pesan los párpados, entornándose en cada mirada como cortinas que amortiguaran el exceso de luz… Ya podemos saborear las noches estivales, de verbena, de paseos a la fresca orilla de un río, o de un bulevar marítimo, cuando los pasos se aligeran de pesadez en pausada lentitud, como si se deslizaran en la humedad de la brisa, mientras los ojos se abren, sin cortinas ya, a un cielo estrellado que mira impasible por encima de las trémulas luces de neón…