Los pensamientos cambian como las estaciones y las circunstancias, lo sustancial es lo que permanece en el transfondo de cada movimiento.
La voluntad no es un pensamiento.
La fuerza no es un pensamiento.
El amor no es un pensamiento.
Estas potencias son las que perviven más adentro de la idea, más allá de los cambios inherentes al espacio y el tiempo.