En el proceso de ir quitándote máscaras ves con claridad las que siguen pegadas en los espejos donde te miras. Le has puesto tantas caras al amor, que lo ves reproducido en todas partes. Está en todas las bocas, pero en muy pocas sientes que hable. Está en todas las raíces, pero hasta dónde hay que rascar para tocar la fibra más honda del amor. Hasta que llegas a ese momento en el cual concibes cada relación desde el reconocimiento profundo, que puede durar un rato, un ciclo o una vida. La huella no la deja la extensión en el tiempo ni las afinidades que compartes, sino la autenticidad y el grado de integridad que cada encuentro te permite. Tu actitud de ir a corazón abierto invita a que las máscaras a tu alrededor se caigan. Sin embargo, si alguna se resiste, no tienes por qué arrancarla. No agredas en tu mejor intención. Tú, sencillamente, camina sin máscaras, o con las que te quedan, y deja que todo suceda de manera natural. El hecho de definirte como alguien sin máscaras también es un disfraz puesto que es una identificación. Mira la imagen de la desnudez, pero no te la pongas como si fuera un traje…
Extracto del libro Los Ojos de la Noche