Hoy es un día más y a la vez un día marcado en el calendario personal. Un día que puedo contemplar desde el prisma del tiempo transcurrido, pero que he preferido mirar desde esa percepción mágica que el paso de los años no puede atrapar. Un día en el que conviven dentro de mí la anciana y la niña, la mujer y la amiga, la mariposa y la oruga, la cueva y la cima de mi particular montaña, el sol encendido en mi corazón y la luna en todos sus ciclos alumbrando mis noches estrelladas, ensoñadoras, nubladas a veces, misteriosas… Hablando de la luna os quiero contar que no siempre estoy de luna llena, que no siempre encuentro la luz para alumbrar ni alumbrarme, que soy esas fotos cristalizadas en el tiempo, esas sonrisas asomadas al encuentro, pero que estas imágenes sonrientes no son la totalidad de mí sino la culminación de procesos en los cuales convivo con las incertidumbres y desasosiegos que nos a visitan a much@s en estos tiempos.
Hoy es un día especial y el universo ha puesto una vela encendida para que sople un deseo. Como por arte de magia asoma esta imagen a la pantalla que es el anhelo siempre vivo en mi corazón, siempre re-creándose en lo concreto: La Casa de las Golondrinas. No asoma nadie a la ventana porque estamos tod@s celebrando ahí dentro, danzando nuestras miradas en el pálpito de esos instantes en los cuales nos hemos reconocido. No hay deseo que pedir en este día, y sí un inmenso agradecimiento por tantos regalos que recibo. Mantengo pues la vela encendida para que siga alumbrando vuestros sueños y los míos, el Sueño del Amor en nuestros Corazones…