Un día me puse a recapitular sobre el primer recuerdo del sentimiento de amor que podía rescatar al tejido memorial, así que fui tirando del hilo hasta encontrar esa primera impronta grabada en mi alma. Sucedió cuando tenía unos tres años y jugaba con otras niñas en la calle. A eso del anochecer vi asomar a mi padre por la esquina y eché a correr calle abajo a buscarle, y él me aupó en sus hombros hasta casa. En ese tramo quedó grabada para siempre la sensación de avanzar hacia el amor y sentirme aupada por la dicha, segura en los hombros del mundo.
Agradezco infinitamente a Teresa por invitarme a retomar los pinceles en este fin de semana colmado de nuevas lecturas y colores, nuevas expresiones sobre el mismo tema de siempre: El Amor. El anhelo profundo de sentirnos seguras y acompañadas en el cambio y el movimiento, en el proceso de transformación que ha de convertirnos en hombros firmes para los nuevos brotes de dicha e inocencia que surgen después de la tormenta; de sentir la alegría de una niña que corre a recibirme calle adentro, mientras asoma el amor por la esquina del lienzo.
El anhelo profundo de confiar en el otro, de que tu más íntima inocencia se sienta a salvo en sus hombros, a la vez que oyes su risa o sus lágrimas confiadas en los tuyos. El anhelo profundo de sentirnos amadas así como somos, con nuestros trazados más definidos y aquéllos más borrosos.
Un anhelo que no es sino el llamado de la dicha más honda que sostiene a la inocencia confiada en tus hombros, Amor, para que las manos de una niña tracen círculos en el lienzo del tiempo, y pinten con colores un mapa de retorno a casa que Tú dejaste grabado como una impronta en mi alma.
Taller de Mandalas con Teresa Costa ElArteDeVivirConConsciencia / Punto de Equilibrio Garraf / Barcelona
¡¡¡Gracias, niñas, por tantos colores que habéis pintado en mi corazón este fin de semana!!!